A Gabriel Jackson, in memoriam

03 - 12 - 2019 / Redacción Tolerancia

Fallece Gabriel Jackson a la edad de 98 años

Desde nuestro recuerdo emocionado, cabe decir que la Asociación por la Tolerancia tiene con él una inmensa deuda. Fue una de las muchas personalidades que se avino a prestar su nombre y su colaboración activa en apoyo a los objetivos que se propone nuestra entidad. Y su nombre tiene un extraordinario valor, al tratarse de una personalidad universalmente reconocida en el mundo académico como una autoridad en el conocimiento de nuestra Guerra Civil y circunstancias concordantes.

Muchísimas gracias, Gabriel, descansa en paz.

 

Francesc de Carreras y Antonio Robles han publicado sendas semblanzas, que reproducimos a continuación, y más abajo dejamos una de las conferencias que impartió para nuestros socios y simpatizantes en enero de 2004 (tomada del número 21 de la revista TOLERANCIA).




Gabriel Jackson y sus años barceloneses

El historiador y ensayista, que falleció hace un mes, fue ignorado por la academia, por los círculos intelectuales y por las autoridades autonómicas y locales

Hoy se cumple exactamente un mes de la muerte del historiador Gabriel Jackson. Nacido en 1921, había cumplido ya 98 años y, como es natural, su salud en los últimos años era muy precaria. Entre 1983 y 2010 residió en Barcelona, en un piso de la tranquila zona del Putxet: entre 26 y 27 años vivió entre nosotros, con estancias anuales en Estados Unidos, donde había nacido y de donde era ciudadano, aunque en 2005 obtuviera también la nacionalidad española.

Pero los años de Barcelona fueron muy importantes en su obra porque, según me contó, en la Universidad de California, en San Diego, le agobiaba mucho el trabajo burocrático (aquí también sabemos de esto) en detrimento del académico, es decir, el estudio, la investigación y la escritura. Con la jubilación decidió, pues, cambiar de aires y escogió Barcelona.

Hubiera sido lógico que en nuestra ciudad, especialmente en la universidad y específicamente en el ámbito de los historiadores, se hubiera aprovechado la ocasión de tener entre nosotros a Gabriel Jackson. Pero, salvando algunas excepciones (por supuesto Pelai Pagès es una de ellas), no fue así. Jackson fue ignorado por la academia, por los círculos intelectuales y por las autoridades autonómicas y locales.

Excepto un grupo de amigos personales que lo querían mucho, entre ellos algún vecino de escalera que nada tenía que ver con el mundo intelectual barcelonés y que cuidaba de él por el mero hecho de tratarse de un ser humano, excepcional y entrañable; excepto sus editores; excepto la Asociación por la Tolerancia, en especial Marita Rodríguez y Antonio Roig, que lo invitaban periódicamente a cenar en su casa de Sant Cugat; en sus últimos años de estancia en Barcelona también participó en un acto público de Ciudadanos para que, frente al mito, contara la verdad histórica del 11 de septiembre de 1714. Con estas excepciones y quizás alguna más, Gabriel pasó 26 años en Barcelona sin que nadie le hiciera caso.

Su modestia era parte esencial de su personalidad y este aislamiento nada le importaba, era la cultura barcelonesa la que salía perdiendo, y me temo que no es el único caso. No puedo probarlo pero siempre he pensado que tal situación era debida a que Gabriel Jackson era un hombre de izquierdas, influido por la época Roosevelt, los fascismos y la Guerra Civil española, un típico liberal norteamericano, es decir, un socialdemócrata al modo de Wright Mills, Galbraith, Schlesinger o Rawls, pero no era un nacionalista y siempre rechazó, en nombre de la democracia y los valores de la izquierda, las posiciones del nacionalismo catalán, tomando actitudes públicas claramente en su contra como, por ejemplo, firmando los manifiestos Babel de fines de los noventa.

Hay una anécdota que explicaba siempre. Hacia finales de los años ochenta, Jordi Pujol quiso conocerlo para hablar de Cataluña y lo invitó a su despacho del Palau de la Generalitat. El historiador, como es natural, pensaba que se trataba de una conversación entre dos y desgranaba sus opiniones al hilo de lo que decía Pujol, el cual, progresivamente, se iba irritando al comprobar sus mutuas discrepancias. Llegó un momento, sin embargo, en que el president, ya harto, le espetó con dureza: “Oiga, Jackson, yo no le he hecho venir aquí para que usted me cuente lo que es Cataluña, sino para que yo le cuente lo que es Cataluña”. Gabriel, hombre educado y prudente, al comprobar las formas dialogantes de su interlocutor, decidió callar y, por supuesto, no volver a visitarlo nunca más.

Jackson era un racionalista con los valores políticos propios de la Ilustración, la libertad y la igualdad, por eso era liberal y demócrata, por eso era moderado y socialista, preocupado siempre por la justicia y por los derechos de las personas. No le gustaban los tonos estridentes sino los argumentativos. Además, escribía para que le entendieran, lo cual no es frecuente entre académicos. Lo demostró sobradamente en las páginas de EL PAÍS, donde colaboró con regularidad durante años.

Aceptaba el riesgo de opinar, sus opiniones eran siempre comprometidas pero estaban largamente meditadas, fundadas en muchas lecturas y una gran experiencia. Decir que era solo un historiador no es exacto, es parcial: era también un ensayista. Memoria de un historiador, una reflexión sobre sus lecturas y experiencias, es un libro extraordinario. Por último, no se podía ser mejor persona que Gabriel Jackson. En esto coincidirán todos los que lo han conocido.

FRANCESC DE CARRERAS - EL PAÍS

2019-12-02


Gabriel Jackson, en recuerdo a su memoria

Acaba de morir el bueno de Gabriel  Jackson, historiador, especialista en la II República y la Guerra Civil, hispanista, y para el que escribe, entrañable amigo. Lo conocí cuando ya era viejo, hace ahora 24 años. Su vida fue una aventura intelectual y vital persistente en el tiempo. Americano de origen judío, nació en 1921. Acaba de morir con 98 años después de dejar España en 2010 para pasar los últimos años junto a su hija.

Idealista, fue perseguido por el nazismo alemán y el macarthismo americano. Llegó a España muy joven con las Brigadas Internacionales en defensa de la República en plena Guerra Civil. Su biografía y su obra es inmensa, toda ella inspirada por la defensa de la democracia y la libertad. Considerado una autoridad en la Guerra Civil Española, estudió con profusión la esencia del fascismo y la relación entre democracia y totalitarismo. Pero no escribo estas líneas para subrayar su obra intelectual, de sobras conocida, sino para resaltar al hombre bueno, tolerante, y solidario que conocí a principios de los años noventa, cuando entró en relación en Cataluña con la Resistencia al nacionalismo. Por entonces, la Asociación por la Tolerancia, había creado un premio para reconocer a personalidades mediáticas que canalizaran el rechazo a la infección nacionalista, y Gabriel Jackson se avino a formar parte del jurado del II Premio a la Tolerancia en 1996. Desde entonces colaboró con Tolerancia hasta llegar a firmar el manifiesto de Foro Babel años después, donde se criticaba la exclusión lingüística de la Generalidad.

Lástima que los equidistantes sigan empeñados en blanquear al nacionalismo a pesar de la violencia en las calles y las agresiones a estudiantes de S'ha Acabat en la universidad como si fueran una excepción de última hora. Habrían de haber asistido en 1999 al Salón de Grados de la Universidad de Barcelona para comprobar cómo las intimidaciones y las agresiones físicas eran ya una rutina.

Fue en unas jornadas académicas organizadas por CCC de Francisco Caja con ponentes tan relevantes como Iván Tubau, Jon Juaristi, Francesc de Carreras, Gabriel Jackson, etc. que fue violentamente impedido por 400 jóvenes nacionalistas con modos y maneras propias de Jarrai. La violencia llegó a tal extremo que hube de acompañar y proteger a Gabriel Jackson y a otras dos personas mayores hasta lograr aislarlas en el despacho del decano. Lo describí por entonces en el artículo «Fascismo posmoderno» en El Periódico, y posteriormente lo recogí en el libro «Historia de la Resistencia al nacionalismo en Cataluña»: «El viejo idealista que había venido a España por primera vez con las Brigadas internacionales desde EE.UU. para luchar con el bando republicano en la Guerra Civil después de comprobar la deriva nazi en la Alemania de los años 30, estaba desorientado, como quien no entiende nada, incapaz de comprender tanta sinrazón por parte de estudiantes universitarios. Triste y con la mirada apagada me dijo: "Me han vuelto a recordar los años 30 que se vivieron en Alemania cuando era un adolescente como estos jóvenes"».

ANTONIO ROBLES - ABC

2019-11-09



Transcripción de la conferencia  CIUDADANÍA EN UN MUNDO SIN NORTE, impartida por Gabriel Jackson el 16 de enero de 2004