Diez años contra la violencia y el terror

11 - 11 - 2011 / Redacción Tolerancia

Diez años contra la violencia y el terror

Este ciclo alcanza nada menos que su décima edición. Todo un éxito para una entidad modesta que no cuenta más que con la energía de sus voluntarios y simpatizantes y el apoyo de la Fundación de Víctimas del Terrorismo , que nos dignifica con su confianza. En realidad, con poca proyección pública, en un medio social controlado hasta la asfixia por un nacionalismo que, a la vez que condena el terrorismo, con frecuencia dice "comprenderlo", diez años de Cine para la Tolerancia son más que un éxito, constituyen casi una heroicidad.

En el año 2002, la asociación se dispuso a calmar la incomodidad que produce permanecer pasivo cuando conciudadanos tuyos son víctima de la violencia terrorista de forma totalmente gratuita. Así nació este ciclo de cine, que se pensó como respuesta a la recomendación de la ONU que había instituido el 16 de noviembre como Día Internacional de la Tolerancia y nos exhortaba a hacer cuanto estuviera en nuestra mano para difundir el respeto y hacer aborrecible la violencia.

La violencia es o resultado de una anomalía psíquica o consecuencia de la exacerbación de las pasiones. Por eso es tan peligroso el adoctrinamiento (en el que volvemos a centrar la atención en este ciclo), la "educación" social que trata de predeterminar en nosotros qué filtros debemos utilizar para interpretar la realidad. Cuando se une a la identidad nacional , se utiliza para que veamos al "otro" como enemigo, como aquel que trata de arrebatarnos la vida, los derechos, la hacienda, la cultura o la identidad. Torpemente, se pretende estimular la cohesión social por medio de este bajo recurso: "Una nación" decía Hugh Kingsmill " sólo está en paz, cuando está en guerra".

Este proceso va casi siempre acompañado de la exaltación de lo propio, lo que supone reducir al "otro" a una categoría inferior (cuando no infrahumana) de modo que podamos sentirnos justificados para tratarlo como un animal (así ocurre también en el racismo o la violencia machista) o como un objeto que podemos poner al servicio de nuestros propios objetivos, disfrazados de "ideales" (es el caso del terrorismo y la violencia política).

El cine se redime del "pecado" de haber utilizado con excesiva frecuencia la violencia como carnaza para hacer negocio, valiéndose de su atractivo morboso, cuando (como en las películas que aquí mostramos) la deslegitima. Por su medio, nos proponemos mantener viva la memoria, mostrar la crueldad, la gratuidad, el sinsentido y la enorme injusticia de las acciones de aquellos que se valen del terror y el sufrimiento infligido a terceros para imponer criterios, políticos o de cualquier otro género, que no pueden alcanzar con la sola fuerza de la convicción y el razonamiento.

¡Ojalá el año próximo este ciclo haya dejado de ser necesario!