Discurso de Marita Rodríguez, presidenta de la AT

24 - 09 - 2007 / Marita Rodríguez, Asociación por la Tolerancia

 

                        Mario Vargas Llosa, un escritor con conciencia

Buenas noches. Gracias señoras y señores por estar aquí para rendir un merecido homenaje a nuestro ilustre premiado Mario Vargas Llosa; gracias sobre todo a él por haber aceptado esta distinción. Su gesto nos honra y nos insufla ánimos para seguir en esta incómoda brecha.

Precisamente porque homenajeamos a todo un referente en la defensa de la libertad, tenemos que empezar el acto denunciando las amenazas de muerte que han   recibido algunos de los líderes del PPC el 11 de septiembre y hace unos días el presidente de Ciudadanos , Albert Rivera, presente entre nosotros, que se suman a un rosario de agresiones anteriores hacia miembros de ambos partidos o personas vinculadas a ellos. Desde esta tribuna, la Asociación por la Tolerancia se solidariza con ellos y denuncia el silencio de las autoridades y gobernantes autonómicos. Un silencio clamoroso que hace que esos independentistas radicales sientan legitimada su violencia, lo que constituye un escalón más hacia el totalitarismo. A todos ellos les diremos, tomando palabras prestadas de nuestro premiado que los imperios totalitarios, no importa cuan firmes parezcan, tienen siempre pies de barro y terminan por venirse abajo . Nosotros trataremos de acelerar el proceso erosionándolos con nuestro compromiso cívico, con la acción política, con la razón y con la denuncia.

Antes de seguir, debo aclarar que la elección de un animal tan poco atractivo como el hipopótamo para la tarjeta   de invitación a este acto es porque sabemos lo simpático que le resulta a don Mario. Afirma que bajo la tosquedad y la desproporción de su físico, se esconde un ser delicado y le emociona esa contradicción. La forma que tiene de practicar el sexo le parece refinada y se le antoja que muestra erotismo; y eso a él   le parece un signo de civilización. Hoy en día, tiene una colección de figuras de este animal sobre su escritorio, que empezó cuando los actores que representaron en Inglaterra su obra de teatro Kathie y el hipopótamo le enviaron unos cuantos. Nosotros lo hemos representado rompiendo rejas "el que sean cuatro, que cada cual lo interprete como pueda"; rejas que impiden o restringen su libertad, porque la defensa de la libertad es uno de los máximos estandartes de nuestro premiado.

Si hubiera que actualizar la lista de los trabajos de Hércules, entre ellos podría incluirse el glosar en unos minutos los méritos que, a nuestros ojos, hacen acreedor a Mario Vargas Llosa de este premio. Así que espero comprensión si fracaso en el intento. Le he contado y seguro que me he quedado corta multitud de distinciones, medallas, 38 doctorados honoris causa de universidades de todo el mundo, 53 premios, la mayoría relacionados con su actividad literaria y ensayística; le han hecho miembro de honor o de número de las más prestigiosas academias e instituciones... De entre esas distinciones, 14 tienen que ver con DDHH, democracia, entendimiento entre pueblos, libertad, convivencia interétnica, vínculos de amistad entre pueblos, justicia, principios éticos y cívicos...

Es en este terreno más allá de nuestra rendida admiración por su faceta de creador   que se sitúa este premio a la Tolerancia que se le concede por su fuerte apuesta en la defensa de la libertad, de los derechos humanos y del constitucionalismo; por su independencia intelectual al abordar con rigor y profundidad los grandes temas que nos afectan como personas y como ciudadanos, anteponiendo la buena argumentación a las consignas de moda; por su empatía con los desfavorecidos; por su valentía al asumir compromisos dictados por su conciencia aunque le hayan supuesto perjuicio personal. En definitiva, por toda una vida lanzando la mirada aguda y atenta a lo que pueda suponer un peligro para la ciudadanía democrática y libre y descubriéndonoslo con una pluma portentosa... 

Efectivamente, la defensa de la libertad ha estado presente en toda su trayectoria; incluso en sus años de entusiasmo por la revolución cubana y de simpatía por las reformas de corte claramente socialista emprendidas en Perú en los años 60. Pero él quería un socialismo abierto y tolerante, que permitiera el derecho a la información y a la crítica al régimen y que no pusiera rejas a las expresiones culturales. Decía: quiero  Que el régimen socialista, cuando se instaure en el Perú, admita la libertad de prensa y la oposición política organizada. Pienso que el derecho de disentir y de oponerse al sistema no debe ser un privilegio de los escritores, sino un derecho común a todos los miembros de una sociedad .

La confirmación de que el régimen cubano no permitía las discrepancias fue el encarcelamiento del escritor-poeta Heberto Padilla (1971), y supuso "creo" el distanciamiento definitivo de Mario de la ideología colectivista y socialista. Ya le había ido quedando claro que el sistema iba contra el individuo, favorecía la corrupción y se alejaba de su objetivo de conciliar los valores de igualdad, libertad, justicia y prosperidad. Basado en la constatación de que varias   naciones, que habían aplicado políticas capitalistas de corte liberal, habían salido del subdesarrollo, e influenciado por liberales de la talla   ética y moral de Isaiah Berlin, Hayek o Popper se decantó por la ideología liberal. Así explica que el "liberalismo no es sólo, según lo caricaturizan sus detractores, la defensa de la libertad de mercados; es, fundamentalmente, la defensa del Estado de Derecho, del pluralismo político, de la libertad de opinión y de crítica, de los derechos humanos, de la soberanía individual. Es decir, de lo que constituye la esencia misma de la democracia , atributos que celebra tenga el socialismo actual, del que dice que, en muchos casos, hace políticas "en el campo económico y social" que resultan poco diferenciables de las que promueven los liberales o los conservadores".

Vargas Llosa es un ciudadano del mundo y un intelectual comprometido que ha asumido la responsabilidad moral de pronunciarse ante los acontecimientos sociales cercanos, y ante los lejanos que trascienden fronteras. Su toma de postura siempre ha sido pública y transparente; ha tenido "y tiene"por costumbre debatir y contrastar sus puntos de vista con otros grandes intelectuales, profundizando en los temas con rigor y erudición, y, a menudo, se ha desplazado a los lugares donde se generan los conflictos para recoger testimonios en directo, sin filtros intermedios... Toda esa información y reflexión nos la suele regalar en forma de extraordinarios ensayos. Con ellos, nos ha introducido en todas las tinieblas: las de la guerra, las de la corrupción de las dictaduras, las del hambre, las de las fuertes desigualdades, las de la inmigración, las de los integrismos religiosos, las de los nacionalismos... Precisamente "y nosotros coincidimos con él", se atreve a señalar los integrismos religiosos y los nacionalismos como los mayores peligros de este siglo contra el establecimiento a escala planetaria de una cultura de la libertad y de la democracia, por cuanto fomentan actitudes intolerantes y exclusivistas, que tratan de levantar fronteras y crear divisiones . Se han quedado anclados en el tiempo como la peor herencia posible, sin evolucionar, con su base común de colectivismo y esencialismo metafísico.

Poco le podemos enseñar del que padecemos aquí porque, como todo lo que toca, lo tiene bien estudiado. También en el Perú denuncia que sufren otra forma de las muchas que adopta el nacionalismo: el indigenismo. Cuenta que en 2003, el entonces alcalde de Lima, jaleado por un arquitecto nacionalista, hizo quitar la estatua ecuestre de Pizarro de la Plaza de Armas porque la consideraba lesiva a la peruanidad . En lugar de la estatua del fundador de Lima, dijo el alcalde, lucirá en el futuro una gigantesca bandera del Tahuantinsuyo (que, por cierto, nunca existió). Se lamentaba Mario a propósito de lo que él llamó hispanicidio: parece asombroso tener que recordar a estas alturas de la evolución del mundo que el Tahuantinsuyo desapareció hace quinientos años y que lo que queda de él está indisolublemente fundido y confundido con otros muchos ingredientes dentro de la historia y la realidad contemporánea del Perú. Lástima que estos señores no tengan del Perú la noción generosa y ancha que tenían los Incas del Tahuantinsuyo. Ellos no eran nacionalistas y en vez de rechazar lo que no era incaico, lo incorporaban a su mundo multicultural.

Si hay algo de veras lesivo a la peruanidad es este nacionalismo racista y cerril que asoma su fea cabeza detrás de la defenestración de la estatua de Francisco Pizarro, un personaje que, les guste o no les guste a estos señores, es quien sentó las bases de lo que es el Perú y fundó no sólo Lima sino lo que ahora llamamos peruanidad.

No son los conquistadores de hace quinientos años los responsables de que en el Perú de nuestros días haya tanta miseria, tan espantosas desigualdades, tanta discriminación, ignorancia y explotación sino peruanos vivitos y coleando de todas las razas y colores.

¡Cuánto nos recuerda lo que sucede aquí!

Su sentido de la responsabilidad   y de compromiso con el país que le vio nacer le   empujó a aceptar el reto de presentarse como candidato a la presidencia de Perú en 1990, como protesta contra los intentos del gobierno aprista de Alan García de nacionalizar la banca peruana. Aunque, durante gran parte de la campaña electoral, fue el candidato favorito, al final ganó Fujimori, lo cual fue malo para los peruanos y, quizás, para él   como político, pero el resto del mundo ha celebrado seguir contando con su gran creación literaria, sin las ataduras de tiempo y prudencia que le hubiera supuesto el cargo. Nosotros admiramos ese grado de implicación ciudadana, de generosidad y de idealismo que se muestra en el lanzarse a la arena política por dictados de su conciencia, no porque fuera lo que le conviniera a él.

La ironía del destino hizo que Vargas Llosa, con su perseverancia, su autoridad moral, su pluma, su prestigio y su inteligencia interpusiera demanda ante personajes y organismos internacionales y lograra desenmascarar y acabar con el régimen de Fujimori. La sed de poder de éste había crecido ante la falta de respuesta ciudadana a sus excesos; ya no vió la necesidad de disimular sus desmanes, ni esconder los cadáveres que iba dejando su escuadrón de la muerte. La intimidación sistemática a cualquier tipo de disidencia; los sobornos; el control de la prensa y la manipulación de la opinión pública ayudaron a maquillar, de cara al exterior, una realidad muy poco democrática. Esa victoria de la palabra y la razón sobre la tiranía constituye un fuerte estímulo para nosotros.

Hablando de palabras, dice: Las palabras importan e influyen en la vida, a veces de manera inesperada, como comprobó Salman Rushdie. Por eso, quienes escribimos, sea en los países donde es arriesgado o donde se hace impunemente, tenemos la obligación de emplearlas de una manera responsable. Escribiendo aquello que de veras creemos y defendiendo lo que hemos escrito como si tuviera la trascendencia que le conceden los fanáticos.

Nos quedamos con ese espíritu inconformista y responsable, que reivindica siempre la libertad. Nos falta su capacidad y su talento, pero de momento hemos conseguido su compañía y su simpatía por nuestra actividad.

Gracias y ¡enhorabuena!

Marita Rodríguez, 24 de septiembre de 2007