Dolor, Libertad, Ciudadanía

30 - 01 - 2017 / JF BLUE - FACEBOOK

Dolor, Libertad, Ciudadanía

Durante esta semana me estado debatiendo entre si contar o no la siguiente experiencia, y en qué grado de detalle reflejarla. Finalmente he decidido compartirla omitiendo detalles que pueden resultar incompatibles con la sensibilidad.

Tras una espléndida velada en Barcelona el sábado 21 por la tarde, repleta de afecto y camaradería, el domingo cogí un taxi a primera hora de la mañana para ir al aeropuerto.

La ciudad estaba todavía serena y silenciosa, solo agitada por un fuerte viento. Para aligerar el trayecto el taxista y yo iniciamos una conversación sobre el temporal y las complicaciones del tráfico. Una cosa con otra me dijo que había sido conductor de ambulancias. Parecía afable y profundizamos en el mundo de los traslados de urgencias hasta que me dijo:

-Lo dejé.

-¿Y eso?

-Yo fui uno de los que trasladaron a los cuerpos y a las víctimas en el atentado de Hipercor.

Me quedé helado, y continuó relatándome escrupulosamente, como si estuviera expulsando los demonios que albergaba todavía dentro de sí, todos los detalles del traslado. Voy a obviar la descripción que me hizo de la escena dentro de la ambulancia, pero puedo asegurar que era espeluznante. Pude asomarme al infinito dolor físico y emocional causado a tantas personas. Aunque procuré disimular, no me importa reconocer que los ojos se me humedecieron. La noche anterior habíamos estado hablando animadamente de la ciudadanía y los conciudadanos, y allí estaba yo, al lado de una persona que había llevado en su ambulancia a las víctimas de quienes habían atentado frontalmente contra la vida, la libertad y la convivencia cívica.

Me dijo también que estuvo bajo tratamiento psicológico durante cinco años y que durante mucho tiempo se despertaba por la noche con la pesadilla de aquellos traslados al hospital. No había olvidado, ni perdonado; todo lo contrario. Omito aquí también su deseo más íntimo que compartió conmigo en aquel momento de confidencias.

Llegué encogido a la Terminal 1 de El Prat. Me dio la maleta, nos estrechamos fuertemente las manos y solo acerté a decirle: "Cumplió como un ciudadano. Es un honor haberle conocido". Fue poco pero se lo dije mirándonos a los ojos.

Cinco días después Otegi, sin haber pedido perdón ni haber ofrecido reparación, da una conferencia en el Ateneo barcelonés para instruir y animar sobre el procés de liberación nacional de Cataluña y David Fernández lo presenta entre admirado y extasiado. Ocho meses antes Carme Forcadell, presidenta de la institución representativa del pueblo catalán, lo recibe en sede parlamentaria como hombre de paz....

Se acuerdan de 1714 y se olvidan de 1987, cuando todavía puedes encontrar testimonios del horror en un taxi de Barcelona.