El cine que aporta

12 - 10 - 2010 / Eva Roig Rogríguez

 

El cine que aporta

Para mí, el cine es un placer que permite sumergirse en una historia, ser partícipe de otras vidas y experiencias, disfrutar de paisajes nunca vistos o de mundos imaginados... Es un placer en muchos sentidos, pero en los mejores casos combina el entretenimiento con un contenido que lleva a cuestionarse conceptos previamente aceptados como verdades universales, a la reflexión que nace de ponerse en la piel de una persona distinta a uno mismo. Otros medios de expresión como el ensayo o la literatura, obviamente, también cumplen esta función, pero el poder del lenguaje audiovisual facilita de forma privilegiada la empatía del receptor con las vivencias de otras personas, convirtiéndole así en un testigo de excepción.

Sin embargo, esta ocasión privilegiada de transmitir se diluye en la mayor parte de los casos entre historias de fondo simples, cuyo esquema se ha repetido mil veces a lo largo de la historia del cine, y grandes proezas visuales de las que el espectador sale como entró, sin haber recibido ningún estímulo que pueda ampliar su visión de la vida. Esta receta de éxito en las salas comerciales de cine corresponde a la sociedad en la que vivimos, que cuestiona poco, que (relativamente satisfecha) prefiere dejarse entretener a tomarse el trabajo de reflexionar o de exigir derechos, una sociedad gobernada por unos políticos que no rinden explicaciones a los ciudadanos que les han escogido para administrarles, sino que repiten eslóganes como única verdad y único pensamiento.

Como ciudadana, me parece necesario este Ciclo de Cine para la Tolerancia, así como el resto de actividades organizadas por la Asociación, dirigidas a despertar conciencias adormecidas, animar a las personas a que exijan sus derechos, fomentar el respeto por aquellos que piensan de forma distinta aunque no compartamos sus ideas, en definitiva, contribuir a formar una sociedad más justa.

Como amante del cine, creo que hay que aprovechar la oportunidad que nos ofrece la Asociación por la Tolerancia cada año desde 2002, y de forma gratuita, de disfrutar de una heterogénea selecciçon de películas de gran calidad. Algunas de ellas, como La cinta blanca de Michael Haneke, se han podido ver recientemente en las pantallas de cine y se han convertido en clásicos instantáneos, otras son pequeñas joyas reconocidas por los críticos pero que han pasado desapercibidas en las salas por falta de promoción comercial, como Ajami de Scandar Copti y Yaron Shani, y otras son clásicos-clásicos porque su mensaje es tan universal y atemporal como las obras de Shakespeare. Es el caso de Ser o no ser de Ernst Lubitsch.

¡Que lo disfrutéis y que todos salgamos del Ciclo un poco más humanos, más libres y más... tolerantes!

EVA ROIG RODRÍGUEZ