El pueblo la quería

24 - 07 - 2021 / LEYRE IGLESIAS - EL MUNDO

El pueblo la quería

LUCIA tiene un mural en la fachada del centro de salud de Ochandiano-Otxandio (Vizcaya). Bueno, Lucía ha tenido varios murales. El primero, pintado en 2007, era el más artístico, estilo Belfast. Estaba su rostro, con el semblante triste, como consciente de su destino. Dos hombres armados con fusiles caminaban por un monte verde. Banderas. El águila negra. Y las fechas entre las que discurrió su vida: Lutxi, 1959- 1987. Agur eta ohore (adiós y honor). Con los años el mural fue ganando en sutileza. Ahora ya no se ve la cara de Lucía, el águila ni los fusiles, sino un puñado de titulares de prensa que cuestionan la forma en la que murió y apuntan al Estado como culpable. Según el Ayuntamiento, de EH Bildu, Lucía es una víctima. ¿De qué?

Lucía (Lutxi) Urigoitia era de ETA. En 1985 huyó a Francia a aprender de armas y bombas y regresó con el comando Donosti, al que las fuerzas del orden atribuyen al menos tres víctimas mortales. Cuando el 22 de julio de 1987 la Guardia Civil entró en el piso que ocupaban varios miembros del comando, se desató un tiroteo y Lucía murió.

Un juzgado guipuzcoano y la Audiencia Provincial investigaron la muerte de la terrorista. Hubo periódicos -incluido EL MUNDO- que informaron de posibles pruebas falsas. En el año 2000 el caso fue archivado por falta de pruebas. Puede que se archivara bien o puede que se archivara mal. De cualquier modo, la verdad a la izquierda abertzale le da bastante igual, por no decir que persigue su entierro. Lo importante para su discurso es difundir que Lucía es una víctima como para nosotros lo es Miguel Ángel Blanco.

Más aún: que es una víctima loable precisamente porque antes fue victimaría. Por eso conviene saberlo: cuando hablan de homenajear a «todas las víctimas» también hablan de personas que murieron queriendo matar. Y no sólo EH Bildu. El Gobierno vasco incluye a Lucía entre las víctimas dignas de homenaje, como un caso con «clarificación insuficiente».

Gracias a la Guardia Civil y a la Delegación del Gobierno, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ha ordenado al Ayuntamiento que retire el mural: «Si esta posición se generaliza, se tendría como resultado un cúmulo de homenajes a miembros de ETA bajo la premisa de que ellos también han sido "víctimas"». La sentencia es firme desde febrero. Y ahí siguen los niños de Otxandio bajo el mural, camino del médico, preguntando a sus padres por las gestas de Lutxi y por su vil asesinato. El pueblo la quería, hijo, y el Estado la mató.

¿Memoria democrática? En el País Vasco y Navarra hace falta, y urgentemente.

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