Esperpento secesionista, no catalán
La autodenominada "revolución de las sonrisas" separatista hace tiempo que ha entrado en modo esperpento. Si a Carles Puigdemont o a Oriol Junqueras les hubiera dado por pasear por el madrileño Callejón del Gato, donde moraban los espejos deformantes que glosó Valle-Inclán, estos hubieran reventado.
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