Inmersión lingüística en Catalunya

06 - 06 - 2021 / ANTONI MATABOSCH - LA VANGUARDIA

Inmersión lingüística en Catalunya

En los últimos años se ha incrementado la polémica sobre el uso del catalán y el castellano en la escuela. Desde 1983 se ha implantado en Catalunya la inmersión en catalán desde el inicio de la escolarización en los centros públicos y subvencionados. Este modelo se ha ido aplicando con el apoyo de la mayoría de los partidos políticos, de la inmensa mayoría de la población y de la totalidad de los centros concertados católicos, amparados por la Jerarquía.

Tres son las razones que aducen los contrarios a la inmersión. Apoyados en el derecho de los padres a educar a sus hijos, deducen el derecho en que se eduquen en la lengua familiar, en este caso el castellano. Afirman que la inmersión en catalán relega al castellano a un segundo plano y que. por lo tanto, los jóvenes acaban la educación obligatoria con un déficit de la lengua oficial que es el castellano. Finalmente, defienden que este modelo dificulta el avance en los estudios de las otras materias y que, incluso, produce desequilibrios mentales en los estudiantes.

Antes de comentar estos argumentos conviene poner de manifiesto que la lengua catalana tiene mil años de historia y una trayectoria cultural espectacular. Ha resistido a maltratos e imposiciones durante siglos, como por ejemplo el Decreto de Nueva Planta o el franquismo. Con menos de diez millones de catalanohablantes es una lengua numéricamente minoritaria, ante la potencia indiscutible del castellano, con centenares de millones de castellanohablantes, muy mayoritaria en los medios de comunicación (radio, TV, en las redes, etcétera), con la potencia cultural y con las oleadas inmigratorias, primero de regiones españolas de los años 20 y 60, y ahora de todo el mundo. No hay ninguna duda, ni una, que dejadas las cosas en el "libre mercado", la desproporción es manifiesta, la situación del catalán seria cada vez más precaria y en peligro de extinción. El débil siempre perderá frente al más fuerte, aunque este no lo piense ni se lo proponga.

Es precisamente a partir de aquí cuando se plantea en Catalunya una solución que equilibre, que no discrimine a nadie y que fomente la cohesión social. Se trata de establecer una justicia equitativa. La pura justicia (todo el mundo tiene los mismos derechos) lleva a la injusticia de que no todo el mundo necesita lo mismo. En cambio, la equidad pretende dar a cada uno lo que necesita, que no es igual para todo el mundo. Por eso en la sociedad hay ERO, becas, subvenciones, ayudas y en general apoyos activos en sectores de la población más débiles,

La inmersión ha contado con el apoyo de la mayoría de los partidos, y de los centros concertados católicos que pretenden compensar los desequilibrios. Lo vemos normal, porque si todo se deja solo a la libre competencia, la sociedad se dividirá, siempre en contra de los más débiles.

La ley de Educación en Catalunya (art. 10. U y 14) pretende un bilingüismo total del castellano y el catalán, es decir, que todos los chicos y chicas que acaben la educación obligatoria a los 16 años sepan leer y escribir y puedan hablar las dos lenguas. Para obtener este resultado equitativo, se establece un apoyo positivo o activo al catalán, que se llama inmersión lingüística. El catalán es la lengua normalmente utilizada como lengua vehicular y de aprendizaje, especialmente durante los primeros años, de manera que todo el mundo la conozca. El castellano se va introduciendo paulatinamente. de manera que al final haya un conocimiento igualitario.

La experiencia de 28 años enseña que en Catalunya hay paz lingüística, que no hay fractura social, que todo el mundo puede hablar en ambas lenguas donde esté. Estudios sociológicos serios demuestran que el conocimiento del castellano no sale perjudicado (se conoce como en otros lugares de España); no hay alteraciones psíquicas; no se constatan déficits escolares. Es verdad que en los castellano hablantes se nota que escriben peor el catalán; pero los bilingües tienen más facilidades para estudiar una tercera lengua. Estos son los datos contrastados.

Por favor, no creemos un problema de lo que es una oportunidad comprobada de vivir la paz lingüística.

[El autor es sacerdote, Presidente fundador de la Fundación Joan Maragall y prohombre del mundo cultural del arzobispado].