Símbolo

06 - 10 - 2020 / ANDRÉS BETANCOR - EL CORREO

Símbolo

Del Rey la Constitución dice que es el Jefe del Estado, "símbolo de su unidad y permanencia". Nunca un símbolo ha podido demostrar su fortaleza, incluso, su eficacia superior a cualquier poder formal y jurídicamente vinculante, que el 3 de octubre de 2017.

Ese día, como es conocido, el Rey Felipe VI pronunció a las 21:00 un discurso que cambiaría la Historia. No porque hubiese sucedido algo, sino porque sucedió todo. El símbolo se expresó, se manifestó y todos entendimos su mensaje, pero, sobre todo, los sentimientos que transmitía.

El discurso de 663 palabras no nos habló de qué es lo que se iba a hacer para impedir la locura secesionista; ni tampoco se amenazó a nadie; ni se ordenó la detención de ninguno de los inspiradores del golpe. No era el papel del Rey. Era el del Jefe del Estado que se dirigía a los ciudadanos de la nación que él simboliza. En esa condición, el mensaje fue potente porque fue, también, un discurso de sentimientos. Arias Maldonado, en su excelente libro La democracia sentimental. Política y emociones en el siglo XXI, nos alerta de los peligros. "Una democracia funciona mejor con ciudadanas capaces de reflexionar sobre sus preferencias y de limitar, por tanto, la sobredeterminación emocional de sus comportamientos", pero esa democracia no existe, porque tampoco existe ese hombre. El influjo de la Ilustración, casi trescientos añas después, sigue presente entre nosotros, a pesar de que la razón ha demostrado su capacidad para crear monstruos. A veces olvidamos que el Holocausto fue un proceso científico y técnico perfectamente diseñado y ejecutado de exterminio de un pueblo. Vasili Grossman describe, en su espeluznante El infierno de Treblinka. el proceso intelectual, racional e, incluso, científico, que está detrás del diseño del campo de concentración. Era como lo calificó, una gran fábrica para matar. El espíritu de economía la exactitud, el cálculo, la pulcritud pedantesca son todos ellos rasgas plausibles que poseen muchos alemanes. Aplicados a la agricultura o a la industria, dan sus frutos. El hitlerismo aplicó estos rasgos al crimen contra la humanidad y las SS del Reich procedieron en el campo de concentración polaco exactamente como si se tratara del cultivo de coliflores o de patatas. "Asistir al horror, al entrar con las tropas soviéticas, además, con la carga de su condición de judío, no le cerró los ojos ante la evidencia de que estaba ante una gran obra de ingeniería y logística planificada organizada,... el fruto de la razón, diabólica pero razón.

Los sentimientos están demonizados, como si esa parte del ser humano pudiese ser eliminada. Como si hubiese otra alternativa mejor y siempre irrefutable; como si la razón no produjese monstruos. El ser humano está cargado de emociones, como ha demostrado hasta la extenuación la neuro ciencia. Las cosas se cargan de emociones para mover el mundo.

El Rey Felipe VI llamó a los sentimientos. Un mensaje directo a todos las españoles. Sin intermediario alguno. El Rey, el símbolo de todos los españoles. En eso consiste la unidad de la nación. No es la de una superestructura es la de todos los españoles. Como decía, precisamente, la Constitución de 1812 cuando afirmaba que la nación española es la "unión de todos los españoles de ambos hemisferios" (art. 1). Una gran paradoja histórica, el descendiente de Fernando VII, Rey que combatió, con encono y maldad, la Constitución de Cádiz, se presenta ahora como el símbolo de esa nación.

Establecida esa conexión directa el Rey vertió sus mensajes. En primer lugar, denunció lo que estaban haciendo las autoridades de Cataluña una vulneración sistemática voluntaria y consciente de la Constitución y del Estatuto. Y su consecuencia, el quebrantamiento de los principios democráticos; el socavamiento de la armonía y la convivencia la división de la sociedad catalana Pero, sobre todo, "han menospreciado los afectos y los sentimientos de solidaridad que han unido y unirán al conjunto de las españoles".

"Hoy quiero transmitir varios mensajes a todos los españoles, particularmente a las catalanes". A los catalanes "no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho". "Y al conjunto de las españoles, que viven con desasosiego y tristeza estos acontecimientos, les transmito un mensaje de tranquilidad, de confianza y, también, de esperanza.”

Frente a la adversidad del reto secesionista sólo nos queda la unidad de los ciudadanos alrededor de un proyecto compartido y común como hemos hecho en otras ocasiones. Nos unimos en la tarca de superar las dificultades: "son momentos muy complejos, pero saldremos adelante."

No puede sorprender que sea la víctima propiciatoria del ataque de populistas y secesionistas

"Asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía", no sólo requiere una respuesta de los le

Aquí radica la fortaleza del mensaje. No fue un mensaje dirigido a parar el golpe de Estado, como se insiste en subrayar. Fue algo más profundo e importante: ponerle voz, por aquél que solo él podía hacerlo, al sentimiento compartido por todos los españoles de unidad para superar el reto que la Historia nos ha puesto en mitad del camino en la forma y figura de los secesionistas facistoide que se han instalado en las instituciones para gobernarlas rompiendo con su neutralidad y someterías al servicio de su proyecto inconstitucional y tiránico.

El Rey de España es el símbolo de todo aquello que las populistas y secesionistas quieren acabar la Constitución y la democracia, el entendimiento y la concordia entre españoles. Así finalizó su discurso. No nos puede sorprender que sea la víctima propiciatoria de sus ataques; es la demostración de la fortaleza del símbolo; la de la unidad de la nación, la de los españoles, la de los ciudadanos.