La ley de la claridad
Cataluña ya son dos países y, por supuesto, sigue siendo solo la sombra de una nación. En realidad ha sido así siempre y la frontera, como en Bélgica, también es lingüística. Los que hablan catalán votan una cosa y los que hablan castellano votan otra. Salvo mi amigo Albert Boadella, que para eso es el más grande.
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