La 'Operación Illa' y el aplazamiento o la suspensión de las elecciones catalanas

16 - 01 - 2021 / DIVERSAS FUENTES

Illa, ¿más de lo mismo?

El PSC debe dejar de ser comparsa de esa ideología reaccionaria: llámese Esquerra, Junts, CUP, o «socialismo» de Ernest Maragall

SERGI DORIA - ABC

2021-01-10

Presidentet, posi les urnes!

Algo muy raro está sucediendo en Cataluña. ¿Se terminó de repente el votismo? ¿Ya no es sagrada la urna? Es posible que los independentistas intuyan el final de su época y, como todos los regímenes autoritarios, quieren morir matando. Pero también es posible que hayamos entrado en una fase más oscura y siniestra del proceso. Y debemos estar al tanto

BLOG MIL DEMONIOS

2021-01-15

Dudas razonables entre expertos sobre la legalidad del decreto de la Generalitat que suspende las elecciones

La decisión del gobierno catalán, en funciones, no tendría base legal y la JEC podría anularlo si se impugna

DANIEL TERCERO - ABC

Lo que me temía.

No se cambia la fecha de las elecciones sino que se suspende la convocatoria y se anuncia que se convocarán en el futuro, inicialmente para el 30 de mayo, pero condicionado a que se den las circunstancias para ello.

Una aberración.

No es admisible que nos quedemos en una situación de Parlamento disuelto y, a la vez, sin convocatoria electoral, esto es fuera de período electoral.

Parlamento disuelto y sin convocatoria de elecciones.

Inadmisible.

Retrasar la fecha de las elecciones no tiene base legal. Es una irregularidad, por decirlo suavemente, pero si estamos en una situación de pandemia que por razones sanitarias hace desaconsejable celebrar elecciones alguna solución habrá que encontrar. Lo suyo es reformar la Ley Orgánica del Régimen Electoral General, pero seguro que es pedir mucho a los que nos gobiernan.

Retrasar por decreto la fecha de las elecciones sería una chapuza, y una chapuza grave.

Pero lo que han hecho va mucho más allá. No tiene nombre. Espero que se impugne y que los tribunales lo anulen.

Si esto sigue adelante tendremos un motivo más para preocuparnos por la salud de nuestra democracia.

Uno más.


Lo de la suspensión de las elecciones en Cataluña debería preocuparnos a todos, y debería servirnos de lección: cuando se empiezan a admitir irregularidades al final esas irregularidades se convierten en un daño grave a los principios democráticos.

El año pasado nos encontramos con el problema de las elecciones gallegas y vascas, que debían celebrarse en pleno confinamiento. La situación tendría que haber sido resuelta por medio de una reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General tramitada por la vía de urgencia, o si se quiere, de lectura única para que diera tiempo a tramitarla. A esto se podría haber añadido un retraso en la fecha de las elecciones (sin desconvocarlas) a fin de dar tiempo a que se aprobara la necesaria reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General. Cualquier otra solución supondría vulnerar la Ley Orgánica del Régimen Electoral General; pero como la situación era la que era pues se miró para otro lado y se dio por buena la desconvocatoria de las mencionadas elecciones.

Se hizo mal y no se aprovechó la lección para modificar, ahora ya con más tiempo, la Ley Orgánica del Régimen Electoral General a fin de dar respuesta a situaciones como aquellas.

Y ahora llega el caso catalán.

Para empezar la situación no es la misma desde el punto de vista epidemiológico; pero dejemos eso porque podría cambiar en un par de semanas y encontrarnos en una situción como la de marzo del año pasado. No entraré en ello, aunque no puede dejar de señalarse que no es lo mismo desconvocar unas elecciones cuando no se puede salir de casa que cuando se puede circular, comprar, los niños van al colegio, etc.

Pero, como digo, no me quiero centrar en ello, sino en las diferencias legales entre la situación de Cataluña y la de Galicia y el País Vasco.

En el caso de Galicia y del País Vasco convocaron y desconvocaron los presidentes de las correspondientes Comunidades Autónomas. La convocatoria la hicieron en el ejercicio de la función que les reconocen sus estatutos de autonomía para disolver el parlamento regional y convocar elecciones. La desconvocatoria no tenía base legal y era, por tanto, irregular -a mi criterio-; pero al menos podía argüirse que a quien convocaba podía reconocérsele la facultad de desconvocar (no es así en realidad, pero por lo menos es un argumento).

En el caso de Cataluña la disolución del parlamento y la convocatorio de las elecciones es fruto de la aplicación del art. 67 del estatuto de autonomía que prevé la disolución del parlamento y la convocatoria INMEDIATA de elecciones cuando no hay candidato a la presidencia de la Generalitat. No hay ninguna decisión del presidente de la Generalitat.

Y en este caso no podría haber decisión porque no hay presidente de la Generalitat. El vicepresidente Aragonés ejerce las funciones de presidente pues el que había ha sido inhabilitado; pero no puede disolver el parlamento ni convocar elecciones. Tan solo el presidente, no quien ejerce las funciones de presidente, puede hacer ambas cosas.

Así pues la convocatoria es resultado de la concurrencia de un supuesto de hecho (no hay candidato a la presidencia de la Generalitat) sin que medie una decisión política. Entre otras cosas, como digo, porque ahora mismo nadie en Cataluña tiene capacidad ni para decidir la disolución del parlamento ni para convocar elecciones.

Y ahora el Gobierno de la Generalitat se arroga no solamente la competencia para desconvocar las elecciones (competencia que no tiene) sino para convocar las siguientes elecciones, porque el decreto aprobado ayer lo que hace es anunciar que en el futuro se convocarán elecciones por decreto del vicepresidente del gobierno. Es decir, el decreto atribuye al vicepresidente de la generalitat una competencia que no tiene ni de acuerdo con el estatuto de autonomía ni con la ley de la presidencia de la generalitat.

Quien no podía convocar ahora puede desconvocar y, además, convocar cuando le venga en gana. Y todo eso sin que se haya modificado el estatuto de autonomía ni la ley de la presidencia de la Generalitat. Una arbitrariedad incalificable.

Pero esto, en realidad, es formal, lo sustancial es que tenemos el parlamento disuelto, funcionando solamente con la comisión permanente, un gobierno que no está en funciones, sino con competencias plenas y no hay elecciones convocadas. Se celebrarán el 30 de mayo si las circunstancias lo permiten.

Es decir, el señor Aragonés -que no tenía competencia para ello- ahora decidirá cuándo tiene a bien que haya elecciones en Cataluña, y entretanto seguiremos teniendo el parlamento disuelto ¿indefinidamente? Bueno, lo que quiera el señor Aragonés.

Es una aberración se mire por donde se mire y creo que debería impugnarse de inmediato.

Es un ataque a la democracia que no tiene calificativos.

Un gobierno que se cree capaz de desconvocar unas elecciones que él no podía convocar y de decidir cuándo le va bien que se vuelvan a convocar.

Inadmisible.

Así comienzan a morir las democracias. Llevamos demasiados años jugando con el Estado de Derecho y se nos va a romper definitivamente

RAFAEL ARENAS GARCIA - FACEBOOK

Elecciones catalanas el 30 de mayo: ¿seguro?

El decreto de suspensión de los comicios deja la puerta abierta a un nuevo retraso.

PABLO PLANAS - LIBERTAD DIGITAL

Jaque a la 'operación Illa'

Jaque a la 'operación Illa'

El requiebro táctico del separatismo desmonta los planes socialistas

Los profanos en ajedrez han aprendido con la serie Gambito de dama que la mejor jugada sobre el tablero es aquella que se mantiene oculta hasta los movimientos finales y decisivos. También la importancia de no subestimar nunca las capacidades del adversario, por muy friki y limitado que parezca. Dos premisas que el brillante (aseguran) e impetuoso estratega de la Moncloa, Iván Redondo, no tuvo en cuenta al precipitar la operación Illa.

La trompetería victoriosa que ha acompañado el desembarco del ministro de Sanidad en Cataluña, el alboroto con su candidatura de unas elites empresariales que han descubierto ahora que el procés es una ruina, y los sondeos vaticinando que el PSC podía ganar el 14F, desnudaron demasiado pronto la magnitud del embate a un independentismo que, a pesar de sus delirios identitarios, ni es ingenuo ni del todo imbécil.

Habituados al requiebro táctico, JxCat y ERC aparcaron sus disputas por la hegemonía nacionalista y decidieron, a media semana, cambiar el tablero de juego y aplazar las elecciones hasta la primavera, en una mezcla de incapacidad frente a la crisis pandémica y de burdo electoralismo.

La reacción histérica del socialismo les sirvió a JxCat y ERC como confirmación de que iban a colocar al Gobierno en una posición extremadamente delicada. Un jaque a la operación Illa.

¿Seguirá este compaginando su condición de ministro con la de candidato a la Presidencia de la Generalitat estos meses? Es la pregunta legítima que el nuevo escenario plantea. Como pondrá el foco sobre la cuestionable gestión de Illa en el Ministerio de Sanidad, ofreciendo la oportunidad al resto de partidos para ir desmontando hasta primavera el andamiaje propagandístico que rodea al candidato del PSC.

La efectividad de la operación Illa residía en su velocidad de ejecución fast and furious para evitar que un fracaso en el proceso de vacunación o un nuevo confinamiento hiciera más evidente la irresponsabilidad de enviar al ministro de Sanidad a pelearse en la arena catalana.

Una controvertida decisión, que tomó Moncloa de forma unilateral, justificada por su convicción de que reemplazando a Mi quel Iceta por Illa el PSC iba a sacar un mejor resultado en las urnas que garantizase la permanencia de ERC en la Generalitat, pero sin JxCat como incómodo socio. Ya fuera mediante un nuevo tripartito con el PSC y los comunes de Ada Colau o con el apoyo socialista desde fuera. Las dos únicas vías que pueden asegurar a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias los votos republicanos en el Congreso durante toda la legislatura.

Sin embargo, la posibilidad de que Illa ganara las elecciones, emulando a Inés Arrimadas el 21D, hizo zozobrar a ERC, un partido de naturaleza cobardona y débil, que pasó en cuestión de horas de mantener que las elecciones iban a celebrarse «sí o sí» el 14F, a aceptar el aplazamiento que exigía Caries Puigdemont y su guerrilla mediática.

Los republicanos habían empezado a intuir detrás de la operación Illa la sombra del tahúr Sánchez, la posibilidad de que el prometido tripartito (que se añade a la promesa de los indultos) fuera el señuelo de un engaño.

Un temor que les acabó empujando a meterse por enésima vez en la trampa de los neoconvergentes. Grandes beneficiados del cambio de fecha electoral, al cortocircuitar los planes de Illa, cuyo regreso a Cataluña corre el riesgo de emular el fiasco de Manuel Valls en Barcelona. Y conseguir tres meses extra para que ERC se siga desgastando con su mala gestión de la pandemia como responsable de las consejerías de Sanidad y Trabajo.

Un tuit de Pere Martí, director de comunicación de JxCat, retrataba ayer la satisfacción neoconvergente: «Tenemos más tiempo para ganar bien». Como lo tienen para presionar a Oriol Junqueras en favor de una coalición nacionalista que evite la victoria de «un partido unionista» y obligue a ERC a renunciar a sueños de mandar sin tutelas belgas.

IÑAKI ELLAKURÍA - EL MUNDO

Pedro Sánchez golpea las ansias de Esquerra (y el Govern, las de Illa)

La realidad es que el giro de escenario –con el auge de Illa– ha golpeado inesperadamente la ambición de Oriol Junqueras de hacer ‘president’ a Pere Aragonès

ESTEFANIA MOLINA - EL CONFIDENCIAL (VÍA FUNDACIÓN PARA LA LIBERTAD)

No todo vale contra Sánchez (cacicada en Cataluña)

Sánchez tiene lo que se merece: socios parásitos (ERC y Podemos) y unas derechas obtusas a las que ha maltratado

JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS - EL CONFIDENCIAL (VÍA FUNDACIÓN PARA LA LIBERTAD)

El prisma oblicuo

Las decisiones sobre la pandemia dependen en exclusiva de la política. En su sentido más pedestre de cálculo oportunista

IGNACIO CAMACHO - ABC (VÍA FUNDACIÓN PARA LA LIBERTAD)

2021-01-16