La primera vez
El asalto al Capitolio propiciado por el presidente ha desbordado los peores pronósticos. La pregunta pertinente es cuándo comenzó a incubarse la furia destructora y cómo fue posible. La pertinencia deriva de que también a este lado del Atlántico —y en el mundo en general— percibimos señales de que la democracia se enfrenta a dificultades de nuevo signo, desconocidas desde el final de la segunda guerra mundial
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