Martin Luther Torra

20 - 09 - 2018 / LAURA FREIXAS - LA VANGUARDIA

"Ayer hicimos una barbacoa", dice la postal. La foto muestra a un joven negro ahorcado y semicarbonizado. Lo vi en la exposición The color Une, hace dos años en el museo parisino Quai Branly. Los linchamientos, habituales y jocosamente celebrados (ese tipo de postales eran populares), son sólo la punta del iceberg de lo que sufrió la comunidad afroamericana hasta bien entrada la década de 1960. Los negros no tenían los mismos derechos que sus compatriotas blancos: no podían entrar en un parque de atracciones, ni sentarse en las primeras filas de los autobuses. Les tocaban los peores oficios: albañiles, prostitutas, niñeras o criados de los blancos; por supuesto, no eran nunca diputados o alcaldes. Barrios, escuelas, hospitales... y hasta playas o aseos se dividían en dos grupos: para blancos (los mejores) y para negros (los peores). Por suerte, un tal Martin Luther King encabezó, con un enorme coste personal (fue asesinado), la resistencia a tan flagrante injusticia.

Creíamos que ese horror, esa vergüenza, no iba a volver a pasar nunca, en ningún sitio, y sin embargo... miren la situación en Catalunya. ¿No ven que los albañiles y las prostitutas son todos catalanes? ¿Que cualquier familia de Jaén tiene una criada leridana? ¿Que los mejores hospitales o escuelas son solo para castellanos? ¿Acaso hay alcaldes o diputados catalanes? ¿No ven que no tenemos los mismos derechos que nuestros compatriotas españoles: no nos dejan celebrar un referéndum de autodeterminación, que en cambio se ha podido hacer tranquilamente en Galicia, Extremadura o Murcia? ¿Es aceptable que la población catalana se hacine en barrios insalubres, como Sant Cugat, mientras los castellanos disfrutan del exclusivo Cornelia? ¿Y el bochornoso incidente sufrido por Artur Mas?: al vetársele -suponemos- el acceso a Benidorm, se vio obligado a pasar el verano en su casa y velero de Menorca. Y los linchamientos, ¿qué me dicen de los linchamientos? Por suerte, un tal Quim Torra encabeza, con un enorme coste personal (147.000 euros al año, 66.000 más que Pedro Sánchez), la resistencia a tan flagrantes injusticias.

Lo único que no entiendo es por qué el señor Clayborne Carson, director del Instituto Luther King, ha protestado de que Torra use su figura. "No veo a los catalanes oprimidos como grupo", dice. Qué raro. Será que no ve TV3.