Molestamos

18 - 05 - 2017 / UN GARCÍA EN Y DESDE CATALUÑA

Molestamos

La sensación de que muchos catalanes molestamos ha estado ahí siempre, se respiraba, se sentía pero estos últimos años se ha convertido en algo más, una percepción física. Antes era como una de esas miradas furtivas de desaprobación ahora es como un crochet, como si te dijeran "ya sabemos que estáis aquí pero mejor que ni abráis la boca".

Jaume Barberà, periodista, comentaba hoy que los que ponen banderas españolas lo hacen por joder, por molestar vamos. Supongo que preferiría que nos quedásemos callados, "muts i a la gàbia", y así ellos podrían hacer lo que quisieran, un poco más quiero decir, porque hacer lo que quieren lo llevan haciendo cuarenta años.

Esta sensación de ser una molestia la tengo desde siempre aunque la epifanía la tuve durante mi época de bachiller cuando escuché, por primera vez, que Franco trajo a Cataluña a tantas gentes del resto de España para acabar con la Nación Milenaria, como por esas fechas estrenaron la primera entrega de la Guerra de las Galaxias siempre que oigo esa majaderia pienso en Darth Vader, trasunto de Franco, al que se enfrenta heroico el Halcón Milenario pilotado por el duo Pujol y Barrera. Esos dos capitanes que tanto amaban a andaluces (un hombre poco hecho, un hombre destruido y anárquico) y negros (el cociente intelectual de los negros es inferior al de los blancos) respectivamente.

En todo caso para muchos catalanes calladitos estaríamos más guapos. Son todos esos catalanes que siguen soñando con esa Cataluña de escasos dos millones de habitantes, la Ítaca perdida que más que Ítaca es esa Atlántida mitológica que nunca existió, en la que todos eran Rulls y Turulls y los García y Pérez como mucho fregaban los suelos de las casas de los ricos del pueblo.

He perdido ya la cuenta de las veces que he leído y escuchado como nos llamaban botiflers, "forans", colonos, quintacolumnistas, fachas, franquistas, molestamos tanto que hasta se han inventado asociaciones "de matemáticas básicas" para penetrar (tela con el verbo que utilizan) en lo que consideran barrios duros.

De lo que aún no se quieren enterar es que aquí seguiremos, molestando y molestando hasta que por fin se den cuenta que vivimos en democracia y ellos no son ni los dueños de la tierra ni están en posesión exclusiva de la verdad, revelada o no, y que no les reiremos las gracias al señorito por muy Rull, Turull, Mas o Junqueras que se apelliden, que se las rían los Rufianes y los Reyes mientras les tiran las sobras.

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