Parlamento de MARITA RODRÍGUEZ para presentar la figura del homenajeado

30 - 09 - 2016 / Redacción Tolerancia

Parlamento de MARITA RODRÍGUEZ para presentar la figura del homenajeado

Nuestro presidente se ha centrado en destacar la labor de nuestro ilustrísimo premiado en defensa de las víctimas del terrorismo de ETA y en su crítica al nacionalismo por haber hecho primero una política como si no existiera la banda criminal cuyos fines compartía, después firmando con ella el pacto de Estella, y ahora actuando como si ETA no hubiera existido.

Esa labor a favor de las víctimas ha recibido: el reconocimiento del Colectivo de Víctimas del Terrorismo en el PV (COVITE) con la concesión de su premio en 2011, así como su designación como Miembro de la Comisión de Expertos encargados de diseñar el Memorial de Víctimas del Terrorismo de España.

Pero Joseba Arregi es un gran pensador que nos alumbra en otros terrenos relacionados entre sí. Además de una cabeza privilegiada, tiene una sólida formación académica, gran parte de ella adquirida en Alemania. Es Doctor en Teología por la Universidad de Munster y en Sociología por la Universidad de Deusto. Su actividad profesional ha sido la docencia, ejercida la mayor parte del tiempo en la UPV como Profesor de Sociología.

Casi es de cortesía señalar algunos detalles biográficos y hacerle digamos una especie de ficha técnica.

Es de familia nacionalista. Está casado y tiene 3 hijos. Vascoparlante de padre y madre, el euskera ha sido y es su único idioma familiar. Hace una excepción como abuelo y le habla castellano a su nieto porque –como dice él– alguien se lo tiene que enseñar. Su madre le habla en catalán, su padre en euskera, y tampoco recibe clases de español en el colegio… no piensen que vive en Cataluña, vive en Alemania.

Es sobre todo conocido por haber sido consejero de Cultura y Portavoz del Gobierno vasco del PNV durante un largo periodo.

Pero antes, ya había desempeñado otros cargos, como secretario del Consejo Asesor del Euskera (1982) y Secretario General de Política Lingüística (1983).

Y después de consejero, fue parlamentario autonómico durante 6 años. En 2001 dejó la política activa y en 2004 su militancia. Como librepensador –dentro de los márgenes que deja la pertenencia a un partido cuando uno ocupa puestos de responsabilidad en el mismo–, me imagino que sus ideas y sus razones lo fueron alejando paulatinamente de la línea imperante en el PNV. El límite lo puso su conciencia. Deseaba ser un ciudadano con total libertad y siempre dispuesto a "trabajar por lo que creía".

En su paso por la política, fue un buen gestor y dejó su impronta en las áreas de su competencia.

En la política de impulso del euskera, defendió con firmeza la necesidad de abandonar los condicionantes políticos e introducir criterios de racionalidad.

Apostó por el proyecto que llevó a la construcción del Museo Guggenheim en Bilbao.

Rechazó conceder ayudas públicas al periódico en euskera "Egunkaria", puesto en marcha desde sectores afines a la izquierda abertzale, si no se cumplían ciertos requisitos empresariales y si no había presencia del Ejecutivo en el consejo de administración.

Durante sus últimos años de militancia, fue la figura intelectual que desde dentro del nacionalismo criticó con más firmeza la estrategia política soberanista y el distanciamiento del Estatuto de Gernika adoptadas por su propio partido. Frente a las tesis instaladas en el PNV a favor de un acuerdo entre nacionalistas, Arregi abogó por pactos entre nacionalistas y no nacionalistas. En ese tiempo, a través de innumerables artículos y en ensayos como "La nación vasca posible" o "Euskadi invertebrada", el ex consejero de Cultura revisó los puntos de vista tradicionales del nacionalismo sobre cuestiones como la Constitución, el Estatuto o la política antiterrorista.

Según él, el PNV ha fracasado cuando ha optado por coaligarse con los "antisistema", con el tradicionalismo en 1931, en torno a un proyecto estatutario enfrentado a la República, y con ETA y Batasuna en el pacto de 1998.

Trabajador incansable y conocedor a fondo de la sociedad vasca, nos ha regalado numerosas publicaciones, contribuciones a obras colectivas, y numerosos ensayos y artículos en distintos medios de comunicación que tienen la función pedagógica de sacarnos del pensamiento dominante y ampliar nuestro horizonte mental.

En esa misma línea educadora, fundó la Plataforma ciudadana Aldaketa-Cambio por Euskadi. Su objetivo es hacer "pedagogía" entre la ciudadanía para fomentar "un cambio de cultura política" que tenga como ejes la democracia, la libertad y el estado de derecho.

"La cultura constitucional –para él (y para Aldaketa)– se basa en derechos básicos y fundamentales" y significa entre otras cosas devaluar el principio y el valor de la territorialidad ya que apunta hacia un espacio más universal que lo que puede ser el territorio de un estado nacional.

Para él, no hay democracia, ni Estado de derecho si no se cumple la ley

Forma también parte del directorio de académicos y profesionales de reconocido prestigio del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo, que fomenta la investigación nacional e internacional en torno al terrorismo y el desarrollo de estudios estratégicos para la prevención de la radicalización violenta.

De todo lo que se puede destacar de su actividad incansable, yo me voy a centrar en una fecha: abril de 2008, cuando el Arregi activista –que también lo es, sin dejar de ser académico– se fue a la Universidad de Stanford (acompañado por la Fundación para la Libertad) a rebatir al presidente Ibarretxe, que se había hecho invitar dos meses antes para vender su infumable plan –hoy superado con creces por el catalán.

Recurriendo a su historia personal como ciudadano vasco y antiguo miembro del Gobierno Vasco, Arregi hizo una defensa de la Constitución, que yo pongo en valor para finalizar mi intervención de telonera de quien de verdad puede hablar con toda solvencia del pensamiento de Joseba porque es otro gran pensador y analista, y además también premiado nuestro: Félix Ovejero. Termino pues y cito: “La Constitución española da respuesta a la complejidad y pluralidad de la sociedad vasca, una complejidad y pluralidad que hacen imposible que el País Vasco sea independiente” “La independencia significaría la exclusión de todos los ciudadanos vascos que se sienten al mismo tiempo vascos y españoles o el ser incluido sin el reconocimiento de su diferencia en un estado enteramente centralizado.” Porque ése sería el nuevo Estado pretendido.

Dijo que la controversia vasca continúa porque una minoría de ciudadanos está poco dispuesta a aceptar la voluntad de la mayoría. Dijo que las muchas visiones de la sociedad vasca están mejor protegidas dentro de una democracia española inclusiva.

Que la “democracia es una cuestión de ciudadanos, no de identidades,”. Que “Los derechos de la ciudadanía no están limitados a una religión, a una ideología, a un credo político, a una identidad lingüística o cultural.”

Y remató diciendo, “el conflicto vasco es, como siempre ha sido, un conflicto entre vascos, un conflicto entre libertad e imposición de visiones unitarias de identidad, de cultura, y de lengua.”

Doy un salto a 2015, a un trozo de entrevista de El Mundo, y sigo citando:

“La libertad de conciencia es hoy difícil en Euskadi: ¿quién dice hoy que la sociedad vasca debe mirarse al espejo?, ¿se puede decir que vivimos de un dinero que no nos ganamos honradamente?, ¿se puede estar en contra del Concierto?, ¿se puede decir que tenemos tintes de xenofobia aceptados socialmente?, ¿se puede decir que no basta con dejar de matar, sino que hay ideas que son inaceptables en democracia?, ¿se puede cuestionar la política lingüística? ¿Se puede decir esto tranquilamente en el País Vasco o le tachan enseguida a uno de...? ¿Y se pueden decir estas cosas sin tener consecuencias económicas, en subvenciones, en acceso a puestos de trabajo? Nos falta mucho para ser libres”.

Enhorabuena, Joseba Arregi.

Gracias a todos por compartir este acto de disidencia.

MARITA RODRÍGUEZ