Recogiendo firmas para la Asociación Hablemos Español

27 - 10 - 2018 / RAQUEL SÁEZ - FACEBOOK

Mis desayunos en Tractoria [Testimonio de primera mano]

Estos días estoy recogiendo firmas para la Asociación Hablemos Español para intentar que llegue al Congreso la Ley de Libertad de Elección Lingüística.

Eso, aquí, en esta región enloquecida, es una experiencia curiosa y muy, muy emocionante... Sin ir más lejos, hoy:

Escena 1. Un independentista que conozco (que hace un rato me ha oído hablar por teléfono con un firmante con el que me tengo que encontrar más tarde) me pregunta: ”¿Qué es eso que estás haciendo?". Le contesto: "¿Quieres que te lo explique?". Su respuesta: "Solo si no me va a hacer daño".

Lo curioso es que, en general, es una persona valiente...

Escena 2. Hace unos minutos, al entrar en una de las cafeterías del pueblo de al lado, he encontrado a la madre de un amigo de mis hijos. Castellanohablante, de extracción social muy humilde; muy simpática y afectuosa. Me ha parecido una buena candidata. Error. No contaba yo con "las cosas del corazón": desayunaba con su nueva pareja, individuo al que no tenía yo "el gusto" de conocer.

Me dirijo a ella. Le explico de manera muy resumida el objetivo de la recogida de firmas. He visto que me mira inquieta, dubitativa. Se me hace evidente en seguida que no va a firmar. Lo primero, y lo único, que pregunta: "¿Esto va a ir en contra del catalán?" Le iba a contestar que no, claro, pero su media naranja me interrumpe, con esa gracia porcino-tractoril que tan bien conozco: "Aquí l' únic que està discriminat és el català".

Le pregunto si sabe cuantas horas de clase en catalán y en español recibe un niño en Cataluña. Alzando la voz me dice que eso no importa, e insiste en que lo único que está discriminado aquí es el catalán. Le digo si se ha fijado en qué lengua está escrito cualquier documento del Centro de Asistencia Primaria del pueblo.

Parece que no ha considerado oportuna la cuestión. Ha echado la silla hacia atrás con toda la mala leche posible (mucha, en verdad) y se ha largado sacando pecho y escondiendo panza y mirándome con todo el odio que ha podido concentrar en esos ojillos de jabalí autóctono con que la naturaleza (tan cruel a veces) le ha dotado.

Su pareja miraba fijamente la taza de café. Me dice: "Mira, no voy a firmar..."

Y solo es media mañana.

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