Asociación por la Tolerancia
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El valor de la ...

CIUDADANÍA

Boletín nº 29                Septiembre 2005                 (2ª época)

Índice

  1. OPINIÓN
    1. Historia de una canallada
    2. "Ya se secó el arbolito"
    3. Maragall y el Barça
    4. Añorar,... por enredar
  2. RINCONES IMPERTINENTES
    1. Patriotismo repostero 
    2. ¡Gracias, tripartito!
    3. Curso escolar 
    4. ¡Qué vivos!
  3. ¡Por las minorías!
  4. PRÓXIMAS CONVOCATORIAS

Historia de una canallada

Hechos:

El Centro de Recursos Educativos para Deficientes Auditivos de Cataluña (CREDAC), es la asociación que envía logopedas a los colegios en donde tienen alumnos afectados. Por lo tanto, son los encargados de prestar la asistencia a estos niños para que lleguen a verbalizar. Este objetivo, según los expertos clínicos y pedagogos, sólo se puede conseguir en el caso de una estrecha colaboración entre profesores, logopeda y familia, que implica necesariamente que todos utilicen la lengua familiar de la criatura afectada. Pues resulta que también el CREDAC impone la política de inmersión a los niños sordomudos. Ni siquiera en estos casos extremos hacen una excepción. Prefieren condenar a estos seres disminuidos e indefensos a la reclusión social que representa el lenguaje de los signos. Los padres de los niños Héctor (10 años) y Eloy Arrabal (5 años), sordos de nacimiento, llevan años batallando en vano con el CREDAC del Baix Llobregat, zona donde residen, para que el logopeda que asiste a sus hijos, 4 horas por semana, se avenga a hablarles en español, su idioma materno. Conscientes de que llevan perdido (sobretodo, el mayor) unos años esenciales para poder hablar con soltura, no han escatimado pasos y puertas donde llamar reclamando ayuda. Actualmente, los niños están escolarizados en el colegio público El Barrufet (Sant Boi de Llobregat), en régimen de inmersión como todos los demás.“Hemos recurrido a la directora del Centro, a la inspectora de zona, y a la delegada del Departamento de Educación de la Generalidad de Cataluña –se lamentan con amargura y desesperación los padres–. La respuesta repetida es que si queremos que se les enseñe en castellano debemos salir de Cataluña, o bien conformarnos con el lenguaje de los signos”.            Por si esto fuera poco, Mª Encarnación –la madre– tiene concedida la invalidez permanente por el estado de ansiedad que padece, como consecuencia del drama familiar, hecho que utilizan en su contra cuando acude a alguna de esas Oficinas reclamando derechos lingüísticos para sus hijos. Asegura que le han llegado a decir que los está perjudicando y que le van a tener que retirar la patria potestad.         La última guinda de todo este pasteleo ha sido que de la lista de libros que el colegio ha facilitado a los Sres. Arrabal para Héctor (la misma que para cualquier otro alumno) han tachado el de lengua castellana porque consideran que los sordos no pueden aprender dos lenguas a la vez. Así, sin mala conciencia; cargados de razón. Una se sorprende que este matrimonio conserve la cordura ante tan delirante situación.Éste es uno de tantos casos, aunque, no es el de los sordomudos catalanohablantes, que son atendidos en su lengua y disfrutan de las ayudas que las instituciones públicas catalanas otorgan a las familias afectadas. El miedo a denunciar, en este contexto de totalitarismo lingüístico, no hace más que aumentar la sima entre ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda, que el nacionalismo étnico ha creado. Marita Rodríguez

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"Ya se secó el arbolito"

Y se arrancó Mayte Martín y cantó una vidalita, un cante flamenco de ultramar que transpira pena:

"Mi pena es más grande, vidalita /porque va por dentro/ y en ella te canto, vidalita/ el dolor que siento.

Ya se secó el arbolito/ donde cantaba el pavo real/ ya se murió, mi china querida/ ya no la vuelvo a ver más/ ya se secó el arbolito/ donde cantaba el pavo real.

Anoche mientras dormía/ del cansancio fatigao/ no sé que sueño dorao/ cruzó por la mente mía/ soñaba que te veía/ y que me estabas mirando/ y yo te estaba contando/ mi vida triste, muy triste/ y te desapareciste/ al despertarme llorando

Ay! un cañaveral/ ya no hay remedio/ para mi mal"

Y la letra de la canción taladró muchas mentes suspicaces ¿Por qué la eligió Mayte? En una fiesta tan cargada de simbolismo como el “onze de setembre”, con  socarronería flamenca, en 22 versos, desnudaba la gran farsa de la clase política catalana. Muchas preguntas en el aire ¿La pena grande, acaso, la que sienten tantos castellanohablantes, que, como ella,  son sancionados, con pitos, por expresarse en español? ¿El arbolito seco donde cantaba el pavo real, quizás el logotipo de  Convergència, y el pavo real, Jordi Pujol? ¿La sociedad catalana, dormida, cansada de la fatiga que produce tanto catalanismo? ¿Es Maragall el  soñador que ve el nuevo Estatuto, el que se despierta llorando al comprobar  que no se aprueba? Nadie sabrá nunca las verdaderas intenciones de Mayte Martín, sólo evocaremos sus palabras al terminar: “Hoy es el día más feliz de mi vida y me siento más catalana que nunca”. Es comprensible, ante todo el elenco catalanista, se había atrevido a cantar una canción en castellano y no habían podido callarla. ¡Olé Mayte! Sí, tronó su voz en castellano, la lengua de millones de catalanes y no pudo desmentirla la lectura del guión institucional que realizó el actor Josep María Pou que recurrió, otra vez más, a la falsedad al decir que Cataluña se cohesiona socialmente en la lengua catalana. ¿Quería acaso justificar los pitos al flamenco, al mestizaje, a la libertad? No, a Cataluña la cohesionan sus diversas gentes, y el discurso de la cohesión social en catalán es más postizo que las pancartas que el PSC ha colocado en las esquinas de Barcelona con el lema “Volem l’Estatut”.José Domingo

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Maragall y el Barça

José Luis Rodríguez se estrenó haciendo fe pública de su afición al Barça; ¡no pasa nada! Debería formar parte de la normalidad en una sociedad en la que los gobernantes, separaran su faceta de ciudadano, con sus gustos y preferencias personales, y la de acción de gobierno que debiera dirigirse al servicio a la ciudadanía, y no a la supeditación de ésta a los mitos, símbolos y demás liturgia nacionalista, que sólo sirven para narcotizarla y poder seguir con los privilegios de oficiantes de la identidad, dictando doctrina. Es el caso de nuestro molt honorable Pascual. Antes de estrenarse como President –y en esas sigue– aparece, antes de empezar un partido en el Camp Nou, de pie escuchando el himno catalán con arrobo y mano en el pecho. Claro que ahora hay un nuevo ingrediente: el intento de que los jugadores lleven el letrero de apoyo al Nou Estatut, que por fortuna éstos han rechazado. Se ha tenido que conformar con una pancarta en el campo de juego para escenificar la supuesta demanda social que las encuestas más favorables niegan.Sería más honrado que se quitara la máscara de socialista que utiliza para engañar a una suculenta parte del electorado del PSOE, abandonara la prepotencia de colocarse en la equidistancia entre los que él llama nacionalistas españoles y nacionalistas catalanes, y mostrara la desnudez de su pasión identitaria que le hace ir tan a gusto de la mano de los carcas tribales de ERC y de IC. También podría reciclarse al socialismo, pero creo que eso ya no es posible. Laureana Hidalgo

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Añorar,... por enredar

Se habla cada vez con más insistencia de la 2ª República como un referente sin parangón; el paraíso perdido. Detrás, parece subyacer la idea de que no se puedan recuperar las libertades entonces alcanzadas –¡como si no se hubieran superado con la Constitución del 98! No puedo dejar de pensar que tratan de que la gente poco instruida y que guarda el agravio de que sus mayores pertenecieron a la parte perdedora de la guerra civil, ligue al “vesánico PP” con los responsables de aquel drama colectivo. Evidentemente que a muchos de los que no perdieron la vida, les tocó la persecución, degradaciones laborales y otras miserias, pero la mayoría no eligió bando; les tocó donde su suerte (y unos cuantos responsables) eligió por ellos. Después, esa mayoría compartió la precariedad de los primeros años de la dictadura y el desarrollo de los 60 y fueron restañando las heridas, y consintiendo que el régimen durara lo que su dictador. Han pasado muchos años y lo poco  que se puede restituir, se restituye, pero no es de recibo que se intente castigar a los responsables de aquella catástrofe en otra generación. Entre otras cosas porque la orientación política no se hereda. ¿Quién no conoce a hijos y nietos del bando nacional que militen en partidos llamados de izquierdas, o descendientes de republicanos que militen en el PP? ¿Quién no conoce a colaboradores del franquismo reciclados en CiU o PNV? Si tan idílico era el panorama de la República, volvamos a los instrumentos políticos de entonces. Eso casaría bien con la reivindicación de los derechos históricos, aunque mal con lo de la modernización de la ley de leyes que, a sus 26 años, se la considera anticuada para encarar los nuevos retos de la sociedad actual. Pero no hay que preocuparse por las incoherencias; ya sabemos que aquí, en Cataluña, los políticos no deben explicaciones de sus propuestas y actos a los contribuyentes siempre que estén encaminados a la construcción nacional. ¡Ah! son los privilegios de los que se han entregado a causas tan sublimes. Además, el grueso de la población no se entera de la misa la mitad y conviene que así sea, para evitarles la molestia de tener que rebelarse. A lo que iba. Ya que el Gobierno de la Generalitat, que no los  ciudadanos, ven la necesidad de cambiar la Carta Magna, vía Nou Estatut, que propongan abiertamente acercar esos cambios a la Constitución del 31 y al Estatuto de autonomía del 32. A mi, personalmente, me iría bien; recuperaría algunos derechos que estos “fenómenos” han decidido que no son importantes. Por ejemplo, en la República, hubo traspaso de algunas competencias, pero no de tantas como ahora; de tal manera que las dos Administraciones necesitaban sus propios funcionarios para atender sus obligaciones. Eso permitió que los trabajadores públicos pudieran elegir si pertenecer a una u otra. A mí nadie me preguntó en la transición. De la noche a la mañana, me vi. transferida a la Generalitat y abrazando la lengua, la cultura y la nación catalana con entusiasmo, so pena de vivir un calvario. Cuando fui mamá, añoré el derecho que asistió a mis abuelos de escoger el español como lengua de instrucción de su hija –mi madre–, porque yo tuve que pagar un colegio privado para que mi hija escapara de la inmersión. Marita Rodríguez

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Rincones impertinentes

Patriotismo repostero    

Reverdecido en el Camp Nou el  nacional-futbolismo  -tradicionalmente atribuido al régimen franquista-  con motivo de la Diada, también hemos visto en los escaparates de las pastelerías, como reclamo patriótico y gastronómico, pastelillos circulares engalanados con los colores de la senyera, fondo de crema con tiras cuatribarradas de mermelada de frambuesa, que a uno le hacen salivar por su apetitoso aspecto y aportan una idea almibarada y confitada, menudo confite, del nacionalismo.     El nacionalismo se manifiesta aquí como algo conectado al aparato digestivo, aunque pernicioso para la dieta si se abusa de él. Hay quién atinadamente habla ya de patriofagia o comunión eucarística con los símbolos patrios a través de su ingesta ritual. Si alguno de ustedes sirvió a filas tiempo ha recordará la socorrida receta del menú castrense: patatasa la bandera, de menor sofisticación culinaria pero rica en calorías y apta para llenar la panza. La similitud es evidente.      En breve habrá en el mercado sopas de letras, esas figuritas de sémola que van en el envase, con la letra de Els Segadors. Entonces podremos decir con todas las letras que tendremos nacionalismo hasta en la sopa y que el nacionalismo se digiere, aunque para ello haya que tener buenas tragaderas. Claro que, y perdonen ustedes, todo lo que se come… Dejémoslo aquí.Javier Toledano

¡Gracias, tripartito! ¡Por fin las formas han cambiado!           

Durante años, el nacionalismo dijo apoyarse (“verse arrastrado”) por el dinamismo,  “l’empenta”, de la sociedad catalana. A caballo de esa ola, se sentía legitimado para hacer reivindicaciones que traspasaban el límite de lo razonable (de lo “prudente”, en los primeros años). “Ho demana la societat civil”, podían decir con rostro cariacontecido. Sin embargo, eso fue flor de un día (concretamente, del día de la mítica Diada del millón).

 

Muy poco más tarde, la estrategia varió. Conforme la sociedad fue perdiendo empuje –y eso ocurrió muy pronto para las desbocadas ambiciones del nacionalismo–, hubo que diseñar campañas que incitaban desde el poder a la “sociedad civil” para que formulara aquellas demandas que el poder (por sus equilibrios –siempre inestables y delicados– o por los compromisos adquiridos) no podía promocionar por sí mismo. Aun eran tiempos de fingimiento. Por aquel entonces, un CiU ensoberbecido, captor y rehén a un tiempo de PSOE o PP, movía los hilos de las entidades ciudadanas o de los comisarios lingüísticos de los Centros de enseñanza, para que promovieran las reclamaciones que le estaban vetadas (osados “Planes de normalización lingüística”, por ejemplo).           

Pero, finalmente, las cosas han cambiado. De acuerdo con las promesas electorales de Maragall, ya vamos abandonando la política de los signos, para adentrarnos en la de los hechos (consumados). Ya no es necesario fingir que es la sociedad la que estimula a los políticos. Es mucho más fácil, suplantarla directamente desde el poder. Se acabó el fingimiento, ¡viva el descaro! Que no hay ambientillo para el nuevo Estatut, pues nada, hacemos unas pancartitas –como el que no quiere la cosa– en nombre de los ciudadanos. Al fin y al cabo, no tienen la culpa de su ignorancia. ¡Que se note que somos socialistas y estamos con el pueblo! Iván Tres

Curso escolar    

Lunes 12 de septiembre. Comienza el curso escolar. Este año el aprendizaje de idiomas va a ser la piedra angular del edificio educativo. Las noticias no dejan lugar a dudas. El anunciado ingreso de Cataluña en la francofonía, una demanda clamorosa de la sociedad civil, ha provocado un incremento notable en el número de escuelas que impartirán esa lengua. También habrá clases de bereber y hemos leído en la prensa que en una localidad del Maresme se enseñará a los niños los rudimentos orales del chino mandarín, lengua de futuro por su número de hablantes, y que, de entrada, permitirá a los pequeñuelos solicitar los platos por su nombre original, sin necesidad de traducción, cuando sus padres les llevan a un restaurante a saborear la agridulce cocina cantonesa.     Mucha diversidad, que es lo que se lleva, con la preceptiva exclusión del castellano, cómo no. Que los alumnos catalanes lo van a tener en chino para ser escolarizados unas horas en castellano ya no es una profecía sino una realidad. Nos adentramos por la milenaria senda del Tao. X. Toledano

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¡Qué vivos!

Ahora que La Caixa está detrás de la OPA hostil a Endesa y hay que simular normalidad empresarial, ¿cómo se le ocurre a la Administración Autonómica hacer propagana institucional en radios, invitando a los consumidores a comprar productos catalanes? Aunque los “españoles” son muy tontos, a lo mejor se mosquean y, en reciprocidad, deciden no consumir productos catalanes y retirar cuentas de La Caixa. ¡A  que tenemos que cerrar el chiringuito! E.R.

 

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¡Por las minorías!

Un Estado plurinacional y plurilingüe con 4 lenguas oficiales en todo el territorio, ¿y el aranés? ¡Qué fallo! Así estamos los araneses pidiendo ser también un Estado asociado a Cataluña –o a España mismamente–, en vista del ninguneo que se traen esos desinteresados defensores de minorías, hoy metidos en el Parlament y en las Cortes. Para minorías, nosotros. Si el catalán, para no morir, necesita GRANDES medidas de fomento que sólo saldrán adelante si Cataluña se libra del “yugo español”, ¿qué no necesitaremos los araneses? ¿Por qué la Generalitat no ha seguido la misma pauta de “acción positiva” con nuestra lengua? ¿Por qué no se exige el nivel C o Z de aranés para ser funcionario? ¿Por qué no están todos nuestros libros de texto en aranés? ¿Por qué no impulsa nuestro “derecho a vivir plenamente en aranés” y nos ponen oficinas donde podamos denunciar a los que no rotulan o atienden en nuestra lengua? ¿Por qué no nos subvencionan una docena o más de plataformas que defiendan y extiendan el uso social de nuestro minorizado idioma? Por no hablar de la justicia; los jueces ni quieren aprender nuestra lengua ni siquiera proporcionar los intérpretes que nos traduzcan.Tendrían que haber puesto en práctica con nosotros su máxima de: cuantos menos hablantes tiene una lengua, mayor inversión pública hay que dedicar a potenciarla. Pero, oye, que no; que nos dicen que el catalán nos va a dar más oportunidades y que ya va bien que tengamos escuelas bilingües, que los niños pueden aprender dos a la vez, y que tampoco es cuestión de ponerse tan radicales con nuestra lengua, que –al fin y al cabo– tampoco somos mayoría ligüística aquí como para imponerla como exclusiva. Vivir para ver. Juan Vielha

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P R Ó X I M A S   C O N V O C A T O R I A S

30 de septiembre (18.00-21.00 horas) y 1 de octubrede 2005 (10.00-14.00 horas)

De  Lenguas y Patrias

CICLO HOMENAJE a Juan Ramón Lodares

Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona

(CCCB, c/ Montalegre, 5 – 08001)

(más información en nuestra Web)

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