LA OPINIÓN
Hace unos días, el largo contencioso –de unos 7 años–
contra el alcalde Francisco Vázquez, por utilizar el topónimo
La Coruña cuando se expresaba en castellano, se saldó con
una providencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia, instándole
a utilizar siempre A Coruña en documentos y actos oficiales, y ya,
de paso, a que el Gobierno local utilice el gallego en todos los escritos
oficiales. El uso del castellano queda como algo optativo.
Analicemos esto último. El 28 de febrero de 1991, el TC
desestimó un recurso de inconstitucionalidad –interpuesto por el
Gobierno de la Nación– contra un artículo de una ley del
Parlamento de Cataluña (que exigía el conocimiento de la
lengua catalana en su expresión oral y escrita para acceder a la
función pública), por entender que éste era conforme
al principio de cooficialidad. En dicha sentencia, el alto tribunal recuerda
que una lengua es oficial cuando es reconocida por los poderes públicos
como medio normal de comunicación en y entre ellos (cosa que no
ocurre en absoluto con el castellano, por ejemplo, en Cataluña).
Más adelante dice: […] debemos mencionar el carácter del
catalán como lengua de la Administración, junto al castellano
(el subrayado es mío), ambas de uso preceptivo. Que la Generalitat
hace caso omiso de este precepto es algo fácilmente constatable
por cualquiera que no esté dispuesto a negar la evidencia, pero
yendo al tema gallego –para el que se supone aplicable el mismo principio
de cooficialidad–, no se entiende que el TSJG establezca el uso obligatorio
de una sola de las lenguas.
En cuanto a la primera parte, una no cuestiona la providencia dictada
por el TSJG, pero sí las leyes o decretos donde se puede fundar
algo tan peregrino. Aunque –según el diccionario de la RAE– una
providencia es una resolución judicial a la que no se exigen fundamentos,
pero, como en algo se han de basar esas resoluciones, a falta de otra cosa,
propongo que sea en el sentido común.
Ignoro la forma gallega de los topónimos no gallegos, así
es que me volveré a referir al caso catalán. Cuando alguien
habla o escribe en esta lengua, independientemente de que sea desde una
Institución o desde un ámbito privado, utiliza por ejemplo:
Espanya, Saragossa, Osca, o Terol, y nadie se escandaliza ni pide que utilice
la versión española; se considera normal. En cambio, los
nacionalistas han conseguido colar como únicos y obligatorios los
topónimos: Lleida y Girona, hasta el punto de que una no se puede
abandonar a la fuerza de la costumbre porque siempre hay delatores
–donde menos se esperan–, dispuestos a meterte en un berenjenal. Poco podía
sospechar el invitado a un programa de televisión el otro día,
por ejemplo, que por haber dicho Gerona, Joan Saura (Secretario General
de IC), iba a formular una queja ¡en el Parlamento! Por cierto, se
me ocurre que, quizás, mejor haría este cruzado que se dice
de izquierda en preocuparse de los 104.500 niños que viven en la
pobreza en esta normalizadísima CataluNYa.
¿Qué clase de lógica es ésta? No parece
que responda a la de la igualdad y la reciprocidad; ¿será
una versión de las bondades, tan de moda, de la asimetría
propuesta por alguno de nuestros más imaginativos líderes?
Marita Rodríguez
Los resultados de la últimas elecciones municipales han
pillado con el pie cambiado a más de uno y, en especial, en Cataluña.
Todos se lamentan de que en Barcelona, ¡oh, Dios mío!, los
populares hayan aumentado un escaño; caen ahora del guindo viendo
que esa derecha continuamente denostada, siempre colocada en el centro
de su mirilla telescópica (unos en la política, otros, desgraciadamente,
en la real) ha mejorado su representación. Pero no queda ahí
la cosa, ¡no!, pues eso supone que en esta Cataluña donde
todos debíamos ser de pura cepa, convergentes o socialistas, independentistas
o comunistas, pero nunca, ¡nunca!, del P.P, hay botiflers sin escrúpulos,
mercenarios de Madrid, catalanes renegados.
¿Qué haremos ahora? Lo primero de todo, que Cuní
lo debata en su Coses que passen, traiga a gente iniciada, de esa que les
da la razón y, de paso, que alguno de los archiconocidos y respetabilísimos
filósofos de la nunca suficientemente bien ponderada Universitat
d’Estiu del Baix Bages diga que el catalán es como un diplodocus
agonizante, en peligro de extinción, que vaga por estas tierras
amenazado por ese tiranosaurus rex (¡cómo les gustará
ese nombre, por lo de tiranus y por lo de rex!) que es el idioma español.
Esto dará una buena base para que después pasen a especular
los tertulianos de Catalunya Ràdio, sacándose de la manga
razones rocambolescas que culpen a Aznar hasta de la migración de
la foca monje y clamando por el diálogo (¿con quién?).
Después, que salgan el resto de fuerzas políticas condenando
al ostracismo al PP, diciendo que existen contactos hasta con el diablo,
pero que con el PP, rien de rien, excepto si, en el futuro, depende del
PP la Ley de presupuestos, claro, que para eso sí cuentan los populares.
Finalmente, derrotados por la complejidad del tema, se preguntarán
desorientados qué hacer con esos ciudadanos rebeldes, con esos cismáticos
del nacionalismo dominante, ¿quizás unas reservas estilo
sioux para votantes del PP donde nuestros niños puedan visitarlos
y echarles unos cacahuetes?
Ahora ya no podrán decir eso de, ¡veis, los españoles
son diferentes a nosotros!, pues al “enemigo” lo tiene perfectamente instalado
en el salón de casa...
Carlos Basté
Sin duda, la lista de nombres del “Premio a la Tolerancia”, configura lo que ya es un clásico del reconocimiento ciudadano a aquellos que destacan en la lucha por las libertades y el Estado de Derecho en España. A los Iván Tubau, Fernando Savater, Francesc de Carreras, Gregorio Peces Barba, Agustín Ibarrola, Félix de Azúa y Albert Boadella, se une este año otro de los grandes, el Magistrado de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón.
El jurado que le designó como Premio a la Tolerancia 2003 estuvo compuesto por Félix de Azúa, Francesc de Carreras, Carmen Casquero, José Domingo, Ferran Gallego, Carmen Gutiérrez, Manuel Ángel López, José Antonio Llorens, Antonio Robles, Marita Rodríguez, Juan Antonio Rodríguez Tous e Iván Tubau. También han participado en el proceso de selección los anteriores Premios a la Tolerancia Fernando Savater y Agustín Ibarrola.
Las razones que justificaron su designación se resumieron por el Jurado en su destacada labor en la lucha contra las distintas formas de intolerancia. En concreto, sus iniciativas en contra del terrorismo, del narcotráfico, de los delitos de lesa humanidad, avalan al Magistrado-Juez del Juzgado Central de Instrucción núm. 5 de la Audiencia Nacional, Ilmo. Sr. D. Baltasar Garzón Real como un personaje indispensable para entender la trascendencia que tiene la independencia judicial en el moderno Estado de Derecho. La Asociación por la Tolerancia se siente especialmente honrada por la aceptación del Premio a la Toerancia. La entrega tendrá lugar el día 8 de julio en Barcelona.
Pese a su juventud, Don Baltasar Garzón Real tiene una
vida tan llena que resulta imposible dar cumplida cuenta de su trayectoria
profesional y vital en el espacio que proporciona este folleto.
Nació en 1955, en Torres (Jaén). Hijo de una familia
numerosa y modesta, tuvo que trabajar en el campo, como camarero y como
empleado de gasolinera para procurarse una carrera. Su paso por el seminario
se debió muy probablemente, como en otros tantos jóvenes
de origen campesino, no tanto a una vocación temprana como a la
necesidad de aprovechar una educación gratuita que el Estado no
era capaz de garantizar. Está casado con Doña Rosario Molina
con quien ha tenido tres hijos.
A los 24 años ganó la oposición como Juez
de Primera Instancia, cargo que desempeñó en Valverde del
Camino (Huelva) y Villacarrillo (Jaén). A los 27 ascendió
a Magistrado, actuando en Vitoria y Almería. Cuatro años
más tarde fue nombrado Inspector Delegado del Consejo General del
Poder Judicial para todos los Tribunales de Andalucía y, al año
siguiente, con 32 años, se estrenó como Magistrado de la
Audiencia Nacional, en el Juzgado nº 5, con competencias en delincuencia
económica organizada, blanqueo de dinero, narcotráfico, terrorismo
y extradiciones. Desde esa posición, se ganó rápidamente
el respeto y la admiración de los españoles especialmente
por sus espectaculares y arriesgadas operaciones contra los grandes traficantes
de drogas.
En 1993, cuando ya cualquier ciudadano de este país hubiera
recordado su nombre si le hubieran pedido que citara a un juez, sintió
la tentación de intervenir en política para continuar su
labor –con las manos más libres– contra la alta delincuencia en
un momento en que el fantasma de la corrupción empezaba a pesar
gravemente sobre la opinión pública española. Obtuvo
el acta de diputado como independiente por Madrid y fue nombrado Secretario
de Estado y Delegado del Gobierno para el Plan Nacional Contra las Drogas.
Sin embargo, apenas un año después, dimitió al considerar
que el partido en el poder estaba actuando con una tibieza en la lucha
contra la corrupción que le liberaba de sus compromisos electorales.
Se reincorporó inmediatamente a su puesto en el Juzgado
Central de Instrucción nº 5 (lo que le valió no pocas
críticas) y desde allí ha continuado incansablemente una
labor que ha acrecentado sin cesar los ecos de su fama y, al mismo tiempo,
ha provocado toda clase de controversias. Los principales hitos que han
actuado de resonadores de su nombre han sido la instrucción del
“caso GAL”; la investigación sobre los ciudadanos españoles
desaparecidos en Chile, que se entremezcló con los crímenes
de la dictadura militar argentina, y llevó finalmente al sonado
procesamiento del General Pinochet –en medio de una larga cadena de otros
procesos cuyo último eslabón, por el momento, es Ricardo
Miguel Caballo–; la actuación contra el entramado político
y económico que sostiene a ETA y, más recientemente, la investigación
de las supuestas actividades delictivas de la cúpula del BBV y de
la rama española de Al Kaeda.
Todo ello lo ha hecho compatible con la docencia y una intensa
actividad pública, en conferencias, congresos y publicaciones, dirigida
fundamentalmente a la preservación de los Derechos Humanos y al
establecimiento de una Corte Penal Internacional. En esta misma línea,
la de la defensa de los débiles, es de destacar su apoyo constante
al Proyecto Hombre, gracias al cual muchos jóvenes han conseguido
liberarse de las drogas.
Su labor ha sido objeto de toda clase de reconocimientos y de
una ingente cantidad de premios (más de una veintena sólo
en el 2002, en España y Latinoamérica).
Se le ha criticado por el modo de hacer las instrucciones, por
intervenir en política, por abandonarla, por saltar los límites
de las fronteras españolas, por no investigar los crímenes
del franquismo… No ha habido una sola de sus actuaciones que no haya sido
objeto de polémica. Debe repararse que las investigaciones de su
Juzgado le llevan a granjearse siempre enemigos extremadamente poderosos
y que, desde el Siglo de Oro, este país ha tolerado mal la fama
y peor la honradez. Otro Baltasar, en una novela de Amin Maalouf afirma
que “en un lugar en que la mayoría acepta dinero sucio, el que se
obstina en rechazarlo aparece como una amenaza para los demás”.
BALTASAR GARZÓN Y EL SUBCOMANDANTE INSURGENTE
MARCOS:
Las razones de una polémica
El año pasado fue un año fundamental en la proyección
pública de Baltasar Garzón Real. Destacadas instituciones
y personalidades mundiales impulsaron su candidatura al Premio Nobel de
la Paz para el año 2002. Finalmente, el Nobel de la Paz fue concedido
a Jimmy Carter, lo que originó la frustración en muchas personas
que confiaron en que las cualidades del Magistrado y su esfuerzo en la
lucha contra la delincuencia mundial merecían una mejor recompensa.
A pesar de lo trascendente del Premio Nobel, nos ha parecido
oportuno destacar la polémica que surgió entre Baltasar Garzón
y el Subcomandante Insurgente Marcos, creemos que es un buen exponente
del grado de implicación que en los asuntos alcanza el reciente
Premio a la Tolerancia 2003. En octubre del 2002, el Subcomandante insurgente
Marcos, del EZLN (Ejercito Zapatista de Liberación Nacional) escribió
una carta dirigida a la opinión pública en la que ofendía
gravemente a la clase política española, al Rey de España
y al Juez Baltasar Garzón, al que calificaba de «payaso grotesco»
e imputaba la realización de un verdadero terrorismo de Estado.
Baltasar Garzón replicó con la carta que a continuación
reproducimos que creemos refleja bastante bien la personalidad del premiado.
El Magistrado retó al subcomandante Marcos a debatir sobre la situación
de la democracia, áquel aceptó el reto en un marco de condiciones
disparatadas que impedían la materialización del coloquio:
Marcos emplazó a Baltasar Garzón a celebrar en Lanzarote
un debate en abril del 2003 sobre el País Vasco: caminos de libertad,
pero le falló el principal aval. Había pedido a ETA que a
partir del 24 de diciembre de 2002 dejara la acción terrorista durante
177
días, ETA no atendió su demanda y al día de hoy sigue
activa.
CARTA DE BALTASAR GARZÓN AL SUBCOMANDANTE
INSURGENTE MARCOS
Subcomandante insurgente Marcos: No le voy a discutir que me llame «payaso grotesco». Prefiero ver mi nombre abiertamente asociado a la democracia como un payaso que esconderlo tras la falsa rebeldía, la violencia, la mentira, el desconocimiento, la falta de ética y de escrúpulos, y demás rasgos que usted, cada vez con mayor claridad, representa. ¿Cómo se atreve a insultar impunemente al pueblo español, que en su conjunto viene sufriendo la lacra terrorista desde hace más de 30 años? ¿Nadie le ha dicho que 853 personas han sido asesinadas con coches-bomba, con pistolas, metralletas, lanzagranadas, etcétera, por la espalda, con alevosía, o con un disparo en la nuca? ¿Cómo puede usted ignorar a las decenas de niños asesinados, a las más de 4 mil personas mutiladas y heridas, a los ciudadanos y ciudadanas que perdieron sus bienes y su libertad? ¿Qué les dirá a los que hoy, día 3 de diciembre de 2002, han vuelto a sufrir el zarpazo de los terroristas en Santander? ¿Dónde están en su carta unas palabras tan sólo algunas palabras para esas víctimas del terrorismo? No están en ningún lado, porque usted (en su fundamentalismo represor, pleno de autoritarismo y de soberbia) destila odio hacia esas víctimas, y hacia todos los que no somos o pensamos como usted.
Con iniciativas como la sectaria carta que ha escrito lo único que pretende es que le oigan o le lean aquellos que ya están previamente convencidos y que se alimentan entre sí como lo hace usted de los virus de la violencia, el odio y la intolerancia. Así no se hace Estado, ni Democracia ni se forma un país, ni se conquista el corazón de los ciudadanos. Así lo único que se consigue es sembrar la maldad de un planteamiento político deformado y muerto desde su inicio, amén de traicionar a aquellos que dice defender, y, que merecen el máximo respeto. Con actitudes así, usted perderá incluso a quienes siguen el espejismo del futuro que usted les ha ofrecido. La causa indígena se ve gravemente amenazada por las actitudes de intolerancia extrema que usted ha adoptado.
¡Habla usted de rebeldía! Mire, la rebeldía que yo entiendo es la que se hace día a día luchando desde el Estado de Derecho, en la Democracia y por la democracia; aplicando el principio de igualdad ante la ley, el de presunción de inocencia y una justicia independiente. Esta es la rebeldía que practican muchas mujeres y hombres que buscan un mundo mejor y diferente. Entre todos tratamos de consolidar un sistema de garantías que nos cohesione como pueblo diverso y que nos vertebre como un Estado plurinacional.
Quizás usted no lo sepa (o no le hayan informado bien sus amigos, o no haya oído o leído todas las noticias o textos que debería) pero los verdaderos héroes que existen en el País Vasco y los verdaderos rebeldes no son los terroristas que usted defiende, sino sus víctimas, los hombres y mujeres que tratan de defender una opción democrática o consolidar las instituciones, o desarrollar una libre cátedra; o trabajar sin temor a sufrir extorsiones y persecuciones. Aquellos a los que usted eufemísticamente llama «rebeldes vascos», son seres sumisamente vinculados a la estrategia de la violencia más injusta y demencial que existe en Europa.
No señor Marcos, en España no se ilegalizan ideas, no se persigue a nadie por lo que piensa, cree o discrepa. Parece como si a usted y a otros como usted, que construyen su discurso sobre el franquismo trasnochado y repudiado, les fastidiara que esta etapa se haya superado en España, que exista libertad, control de poder y Estado de Derecho, y en España se persigue el terrorismo con arreglo a la ley, desde la ley, y con todas las garantías y controles que el ordenamiento jurídico establece. Y le aseguro que este ordenamiento es uno de los más rigurosos del mundo. Aquí hay un Tribunal Constitucional, y un Tribunal Europeo de Derechos Humanos, y existe también la responsabilidad de los jueces y de todos los ciudadanos y ciudadanas. Aquí todos tienen cabida, incluso para separarse y no estar, pero, eso sí, desde la no violencia, desde la lucha política. Si usted no entiende esto, no tiene conciencia de lo que dice. Así que no hable de «rebeldía» de los que matan, secuestran o lesionan a los inocentes en forma selectiva o sistemática; o de los que masacran a sectores completos de población. A estos se les llama criminales contra la humanidad y así deben ser perseguidos, investigados y juzgados.
Usted ha ofendido a quienes han participado activamente en la construcción de la Democracia de España: el Rey de España y a los presidentes del gobierno Felipe González y José María Aznar, entre otros. Los calificativos viles que ha empleado usted no los tocan a ellos: lo degradan a usted. Todos tenemos defectos, pero no desprecie usted gratuitamente a quienes, en España, han participado o participan en el escenario histórico, respetando siempre a quienes difieren en pensamiento y acción; cualquiera de ellos o de los que, en mi país dan la cara, hacen más que usted por su «movimiento». Su cita del caso Pinochet es igualmente patética, y muestra un desprecio que raya en la vileza más absoluta hacia las víctimas. No hay duda: usted se ha colocado en el bando equivocado: no porque canten sus «hazañas», los terroristas y quienes como usted les apoyan tienen más razón que aquellos que los critican. Habla usted de dignidad y rebeldía pero creo que ha equivocado los términos si los aplica a los asesinos y responsables terroristas y, desde luego, se priva usted mismo de las que pudiera tener y que algunos, erróneamente, le concedíamos.
Le confieso que para mí, señor Marcos, usted representaba algo diferente: una especie de rayo de coherencia. Ahora advierto mi gravísimo error. Le había otorgado una categoría que no merece. Usted no es más que un barco a la deriva. Cuando al principio, al frente de su «Ejército», contaba con la simpatía de muchas personas (la mía incluida), tuvo usted ocasión de llevar la causa indígena a buen puerto, pero erró el rumbo y ahora ya sabemos por qué. No necesita usted quitarse la máscara para haberse desenmascarado: usted, sencillamente, no cree en los derechos esenciales del hombre ni en la democracia, ni siquiera en los derechos cívicos de su propio pueblo.
Yo no soy, como afirma usted, «fascista» ni «terrorista de Estado». Nunca he tomado un arma en mi vida (salvo para cazar alguna perdiz). Soy en esencia un pacifista. Procuro aplicar la ley y cumplirla a rajatabla, en un Estado Democrático Social, y de Derecho, lo que me corresponde como profesional del derecho y en ello está empeñada mi responsabilidad. Llevo 22 años prestando un servicio público y 14 de ellos procurando combatir con las armas que da la Ley, el narcotráfico, el crimen organizado, la corrupción, el terrorismo y los crímenes de Estado y de la humanidad. En esta larga batalla he podido cometer errores, pero a diferencia de usted he dado la cara y firmado con mi nombre, y he asumido mis equivocaciones. En cambio usted se parapeta cobardemente en una suerte de atalaya que le convierte en un ser extraño, exótico, un espectro detrás de una máscara y de una ridícula pipa.
No suelo dar consejos, pero aquí va uno: abandone usted el disfraz y su escondite, demuestre que es un líder, dé la cara, enfréntese a la sociedad mexicana, defienda sus ideas en igualdad de condiciones; dígale adiós a las armas, permita que sus hombres sean libres, no secuestre ni mancille a la Democracia. De «gachupín a gachupín» (porque no dudo que usted tiene sangre «gachupina» en las venas) y con el mayor respeto y admiración hacia México, país entrañable al que tanto debemos los españoles incluidos los vascos, le reto cuando usted quiera y donde usted quiera, a que sin máscaras ni disfraces, cara a cara, podamos hablar del terrorismo, de rebeldía, de dignidad, de lucha, de insurgencia, de política, de justicia, de todos aquellos valores que sirven para construir un país y una democracia y defender los derechos de los que menos tienen. «Hoy es siempre todavía», decía Antonio Machado. Albergo la tenue esperanza de que recobre usted la razón que parece haber extraviado y ese fondo democrático que, quizá alguna vez, tuvo.
El pasado día 11 de abril el articulista DESCLOT
(seudónimo que, al parecer, encubre al Director del Avui Vicent
Sanchís) se descolgaba con un artículo que encabezaba con
el descriptivo «Els intolerants de la tolerància». La
gravedad de las imputaciones nos impulsó a remitirle el artículo
que se acompaña para que se publicara como contestación.
Los intentos de rectificación han caído en saco roto. El
«avui» a pesar de recibir un fax y un burofax ha hecho
caso omiso y ha utilizado la máxima del «CALUMNIA QUE ALGO
QUEDA». Lamentablemente, los rigurosos plazos de la Ley reguladora
del derecho a la rectificación (cinco días) nos impidieron
acudir a los Tribunales. Ahora bien, al menos queremos que nuestro boletín
ponga en su sitio a cada uno.
Els intolerants de la Tolerancia
L’altre dia, per premsa, ràdio i televisió, es van
escampar unes imatges deplorables. El candidat popular a l’alcaldia de
Barcelona, Alberto Fernández Díaz, intentava fer-se sentir
debades enmig de la cridòria que movien dos grups d’estudiants -independentistes
i pacifistes- i els seus propis seguidors a l’edifici central de la Universitat
de Barcelona. Com que Fernández Díaz no va aconseguir fer-
se escoltar, vermell i alterat, i les cròniques no ho expliquen,
no se sap ben bé a què hi havia anat. Però, segons
sembla, havia d’explicar als estudiants el seu programa municipal sobre
joventut. Parlant de joves, doncs, quedaven estranys els seus acompanyants,
tots els regidors ja granadets del PP al consistori, alguns diputats i
senyors i senyores amb tota la cartografia de Cresques gravada a la cara.
Entre els que més es van trastornar amb la protesta excessiva del
doble front estudiantil hi havia el president de la paradoxal Asociación
por la Tolerancia, l’intolerant Francisco Caja, amb tot de militants engominats
formant esquadra. Aguantant, pacient, al costat de Fernández Díaz,
el rector Joan Tugores, rècord català de demanda de silenci
no atesa. Debades espera el cronista una nota pública de l’Asociación
tolerantística en reconeixement a l’esforç i la dedicació
del rector Tugores per portar la jove aigua de la protesta al molí
de la moderació. Fa pocs dies la mateixa confraria, liderada per
Francisco Caja, va posar el crit al cel perquè Joan Tugores havia
negat les instal·lacions acadèmiques perquè celebrés
un acte amb la professora de la Universitat del País Basc Gotzone
Mora. El que no deia aleshores el senyor de la tolerància són
les profundes raons que van motivar la negativa del rector. Com ara els
aldarulls que es van muntar durant la celebració, el 1999, del I
Ciclo de Conferencias de la Asociación Profesores para la Democracia;
la sanció de suspensió de 18 mesos al professor Caja per
l’agressió a una professora, ratificada pel Tribunal Superior de
Justícia, que va titllar la seva conducta de «violenta i agressiva»;
les querelles criminals que Francisco Caja ha interposat contra el degà,
el cap d’estudis, el director i el secretari del seu departament, diversos
professors i el mateix rector, totes arxivades. El senyor Caja, que no
va faltar a la cita d’Alberto Fernández Díaz, hauria de canviar
el nom de les associacions que presideix. Profesores para la Bronca i Asociación
por la Gresca. De res.
DESCLOT
La réplica: las cosas en su sitio
La Asociación por la Tolerancia rebutja qualsevol
comportament violent i qualsevol coacció de la llibertat d’expressió.
A l’última plana de l’edició del dia 11 d’abril de 2003
es recullen amb el títol «Els intolerants de la Tolerancia»,
signat per Desclot, manifestacions inexactes que poden causar perjudici
a la nostra entitat. La seva columna és difícil de classificar.
Per un costat sembla una exposició de fets, però no ho és
pas, perquè –amb intenció o no– tergiversa la realitat de
alguns esdeveniments. Si ha estat intencionat, no necessito afegir cap
adjectiu per qualificar el seu procedir. Si no ho ha estat, no està
de més que li recordi que, com a periodista, té l’obligació
deontològica de fer tota la recerca que calgui abans de donar una
informació com a tal. D’altra banda, sembla que sigui simplement
una opinió -difuminada, això sí!–, però tampoc
l’encerta, perquè està plena de mofes, desqualificacions
i difamacions.
Comença, com qui no fa res, deixant anar un parell d’associacions
d’idees, tot referint-se a l’acte a la Universitat del candidat popular
a l’alcaldia de Barcelona, inacceptables, segons el meu parer. Associa
independentistes i pacifistes; i persona de mitjana edat amb incapacitat
per fer política municipal per al jovent. Continua culpant del boicot
de l’acte, a parts iguals, als estudiants independentistes i al grup de
gent que volia escoltar a Fernández Díaz, i destaca: «entre
els que més es van trastornar amb la protesta excessiva del doble
front estudiantil hi havia el president de la paradoxal Asociación
por la Tolerancia, l’intolerant Francisco Caja, amb tot de militants engominats
formant esquadra».
Vull fer-li saber que des de l’any 1996, la Presidenta de la Associació
per la Tolerància sóc jo mateixa, i que abans ho havia estat
el Sr. Antonio Robles. El Sr. Francisco Caja no és, ni ho ha estat
mai, ni tan sols associat de la nostra entitat. Amb independència
de l’error d’identificació, ens sembla especialment lesiu
que es pugui arribar a pensar que l’Associació manté algú
tipus de actuació relacionat amb comportaments violents. Ben al
contrari, la mobilització cívica contra les expressions d’intolerància
constitueix, precisament, una de les primeres raons de ser de l’Associació.
Quant als aldarulls del «I Ciclo de Conferencias de Profesores
para la Democracia» –associació de què sí és
president el Sr. Caja–, als quals fa referència el Sr. Desclot (?),
li he de dir –jo, que hi era, com a convidada– que em sembla pervers intentar
presentar els agredits com a agressors. No mereix la mateixa condemna qui
pega un cop de puny que qui el rep a la cara. El Sr. Desclot, vol evitar
els cops tot liquidant els rostres! ¿Com si no, s’atreveix a titllar
d’intolerants aquells que es limiten a assistir a conferències i,
en canvi, no dedica les seves invectives a aquells que les rebenten?
Seria bo per a tota la ciutadania que gent com ell es preocupés
d’investigar els grups de violents que estan fent de la nostra Universitat
refugi de feixistes. Malauradament, sembla que a en Desclot li molestin
més les nostres denuncies dels excessos del nacionalisme que no
pas el comportament nazional-catalanista d’alguns joves (adientment subvencionats).
A nosaltres, com deia el poeta «tan sols ens resta la paraula»
i el Sr. Desclot, per la seva professió, hauria de estar particularment
interessat a defensar aquest dret com a defensa de la llibertat de tothom
...
MARITA RODRÍGUEZ
PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE IÑAKI
EZKERRA:
SABINO ARANA O LA SENTIMENTALIDAD TOTALITARIA
(Editorial Belacqva, Barcelona 2003)
El 3 de julio, la Asociación por la Tolerancia tuvo el privilegio
de presentar en el Colegio de Periodistas de Cataluña el último
libro del escritor y columnista vasco Iñaki Ezkerra, cofundador
del Foro Ermua y muy conocido entre nuestros socios y simpatizantes desde
que acudiera a la concesión del Premio a la Tolerancia a Agustín
Ibarrola. Introdujo el acto el director de la Editorial BELAQVA, Raúl
Mir, quien ha tenido la osadía de publicar un texto de gran calidad
que pertenece, sin duda, al género de la «literatura de combate».
Intervinieron Marita Rodríguez, como Presidenta de la Asociación,
quien glosó brevemente la figura del autor, sus numerosos méritos
literarios y periodísticos y la relación que le une a Tolerancia.
Expuso, además, el interés especial que la Asociación
siente por el tema porque se hilvana con la campaña que mantiene
con otras diversas entidades para eliminar el nombre de Sabino Arana del
callejero barcelonés. Se refirió al libro como un análisis
lúcido, provocador y profanador que se introduce en la cabeza «sagrada»
de Arana, para denunciar su peligroso vacío que no destila sino
sentimientos de odio. A continuación tomó la palabra el periodista
Arcadi Espada, quien alabó la persona y la obra de Iñaki
Ezkerra, en particular este último libro que –dijo– constituye un
encaramiento del autor con el Mal, semejante al que realiza Hanna Arendt
en Eichmann en Jerusalén. Mostró su total acuerdo con la
finalidad pedagógica de mostrar el mal que anima el libro y, en
ese sentido, se declaró contrario a cambiar los nombres del callejero,
porque en su opinión sirven precisamente a ese propósito.
El también periodista Ignacio Vidal Folch, se refirió a la
larga amistad que le une a Iñaki y a su admiración por su
obra. Se lamentó de la expansión del ideario nacionalista
que justifica la comparación con una enfermedad vírica, lo
que le sirvió para referirse a La Peste de Marcel Camus y comparar
ambas situaciones. Cerró el turno de intervenciones el autor, quien
expresó –como es habitual en él– con pasión, fuerza
y contundencia la necesidad de desplazar el centro de la vida pública
de los asesinos a las víctimas, de proclamar en voz alta una nueva
sentimentalidad constitucional que se oponga abiertamente y sin complejo
alguno a la sentimentalidad totalitaria que tiene su raíz en el
«pensamiento» de Sabino Arana. Afirmó de él que
es el verdadero responsable de la fractura social y moral en la CAV y que
su pensamiento ha azuzado hacia la radicalidad a una burguesía que
se puede conmover por la posible desaparición del euskera, pero
que es capaz de no inmutarse por el asesinato de su vecino o porque éste
no pueda mantener su negocio abierto. Los numerosos asistentes hicieron
uso del breve espacio que quedó disponible para el coloquio y, cuando
se cerró el acto, se fueron visiblemente satisfechos.
La setmana passada el president Jordi Pujol va fer unes declaracions
sobre l’impacte que la nova immigració té sobre l’ús
social del català al nostre país.Com no podia ser d’altra
manera, diverses veus es van aixecar indignades amb acusacions de racisme
i xenofòbia vers les esmentades declaracions. Des d’aquesta mateixa
secció tres setmanes enrere mencionàvem també la immigració,
entre d’altres, com una de les amenaces principals per al futur de la nostra
llengua. Malgrat totes les indignacions que pugui aixecar, la veritat és
molt tossuda i no per negar-la insistentment desapareix. Que la immigració,
especialment la que prové de l’Amèrica Llatina, és
un element més en contra de la normalització del català
és un fet i no ha de representar cap mena d’atac cap aquesta bona
gent que ve a buscar entre nosaltres una nova esperança de futur.
Ells no en són culpables en absolut. La falta de mitjans de protecció
pel fet de no ser un Estat i la desídia i el desinterès de
l’Estat espanyol a defensar el que també hauria de ser considerat
part del seu patrimoni són en el nucli del problema. La responsabilitat
dels nostres governants no passa per dir allò que volem sentir o
amagar el que sona desagradable. Tot el contrari. Em sembla un exercici
d’honestedat assenyalar quins són els problemes i quines poden ser
les solucions sense culpar les persones que patiran també les conseqüències
d’una deficient integració en el país que els acull. Ningú
pensa que a Finlàndia es pugui anar a viure i treballar sense adaptar-se
a la seva llengua pròpia. Perquè Finlàndia és
un Estat que paradoxalment i per raons històriques té els
carrers retolats en suec i en finès, però defensa, com és
lògic, la seva llengua amb les eines d’un Estat sobirà. Cal
assenyalar que el finès és menys parlat en el món
que el català. La integració d’un immigrant colombià
o mexicà, per exemple, a Finlàndia representa, evidentment,
una dificultat afegida, però també un enriquiment personal
i una avantatge de futur per a ell i els seus descendents. A Catalunya
només hem de pretendre això. Fer arribar el missatge que
ajudar-nos a conservar la nostra llengua i la nostra cultura és
ajudar-se també a si mateixos i als seus fills. Perquè els
seus fills seran catalans i ells acabaran sent d’on siguin els seus fills.
Lluís Oliva. AVUI, 13/06/03, diàleg.
Soy una actriz argentina que vive desde hace poco mas de un año
en Barcelona. Me interesa especialmente la comunicación cultural
y los medios. Mi experiencia en el campo teatral y televisivo ha sido hasta
la fecha ardua. Enviar mi currículo, entrevistarme con gente de
la televisión local o tratar de hablar con quien lleva el canal
del Fòrum 2004 son tareas kafkianas. Cuando me reciben, hecho que
ocurre en ocasiones, me llama la atención oír una confidencia
casi amistosa: “Vete a Madrid, aquí no hay sitio, es fundamental
saber catalán y siendo argentina no tienes posibilidades en esta
ciudad”. Me asombro, yo conozco una Barcelona que habla de la diversidad,
que está montando el Fòrum de les Cultures para el año
2004, ¿no hay lugar para otras voces?, ¿quién decide
esto: TV-3, el canal del Fòrum?
Paradójicamente, la gente, la sociedad civil, nos recibe bien
a los que somos de fuera, y si hablamos estrictamente en términos
del lenguaje, no percibo en la calle ningún tipo de diferenciación,
todo lo contrario. En general no me molesta que mi modo de hablar cause
gracia. Y si insisto en el tema de la lengua, tengo que decir que desde
que llegué estudio catalán, como forma de reconocimiento
a la sociedad que me recibe. Claro que es obvio que nunca hablaré
como un nativo, o sea que para los medios nunca podré comunicar
o actuar aquí. Creo que las industrias culturales de Barcelona se
están perdiendo oportunidades y talentos. ¿Qué hago
entonces, me voy a Madrid?
Verónica Pallini. EL PAÍS, 14-06-03, cartas.
El virus de moda
Esa especie de virus nacionalista, mutado últimamente como cambio-reformaestatut,
ha recalado en la vecina Generalidad valenciana y ha atacado al mismísimo
Francisco Camps (del Partido Popular), su flamante nuevo presidente, quien
en su discurso de investidura (18-6-03) planteó la imperiosa necesidad
de reformar el Estatuto de Autonomía para ¡ya! Según
parece, a los afectados les invade un profundo descontento competencial;
o sea de dinero, como dejó claro el otro día Carod Rovira.
El secretario general de ERC, otro atacado permanente, durante un almuerzo
con empresarios del sector de la información, dejó caer que
más importante que un nuevo Estatut es una nueva financiación,
para entre otras cosas, situar a Cataluña en la vanguardia mundial
de las telecomunicaciones. Ya sabemos como entiende este señor la
solidaridad interterritorial.
El gobierno Aznar aún debe estar frotándose los ojos.
¿Cómo puede ser? Esto sólo pasaba en los otros partidos,
que son los que carecen de sentido de Estado, sobretodo en el PSOE, cuyo
líder Rodríguez Zapatero no tiene autoridad suficiente para
vacunar a sus correligionarios de alto riesgo. ¡Mira que haber llegado
el virus al PP!
¡Ay, ay! igual Pascual Maragall, que tiene sus esperanzas puestas
en la resucitación de la Corona de Aragón, ha enviado un
presente contaminado –en plan preventivo– para compensar el susto que le
debió dar el presidente de las Cortes valencianas el pasado 12 de
junio. Resulta que don Julio no utilizó el valenciano o catalán
en su discurso de toma de posesión del cargo, ni en la pregunta
que dirigió a los diputados de si juraban o no la Constitución
y el Estatuto, en lo que fue la dirección de su primera sesión
como presidente. Pero es que la afrenta no acaba ahí; para más
INRI, se apellida de España, ni siquiera del Estado Español,
¡es demasiado! ¿no creen?
El concepto de tolerancia tiene acepciones muy dispares. Una es el viejo concepto de indulgencia, que se entiende como el comportamiento elusivo de un superior respecto al castigo merecido por un inferior para evitar males mayores a éste. Se fundamenta en la economía del poder, en el arte de gobernar desde el principio de la benevolencia. No es un derecho para quien se beneficia de ella, sino una gracia. Otra acepción es la que presupone, dentro de una pluralidad de opciones, el mal menor. No se ejerce esa presunta tolerancia desde el principio de la generosidad sino desde el pragmatismo y la hipocresía. Se es tolerante en tanto que se carece de fuerza suficiente para ser intolerante. La tercera forma de tolerancia es la que exige la lógica social de nuestro tiempo y, desde luego, la que la Asociación por la Tolerancia reivindica desde su fundación, apoyándose en los cimientos del pensamiento ilustrado: la libertad del ejercicio del pensamiento libre, el respeto recíproco entre hombres y mujeres iguales en derechos y libertades, el principio de la horizontalidad ciudadana sobre la verticalidad en cualquier tipo de dependencia étnica o servidumbre política. Pues bien, a caballo de esta conceptualización de la tolerancia, por segundo año consecutivo se ofrece un pequeño festival de cine con un bien seleccionado ramillete de películas muy diversas y diferentes entre sí, pero que comparten todas ellas un mismo interés como fuente de reflexión acerca de la problemática social y política de los derechos cívicos e individuales que tanto nos preocupan a los españoles de comienzos del siglo XXI. La contemplación del cine, es, en su propio planteamiento escénico, un ejercicio de tolerancia mutua de espectadores que metabolizan sus percepciones en silencio ante lo que se ofrece en la pantalla. Nada mejor que el cine para deleitarnos, para ser felices, mientras aprendemos a través de buenas películas, los recursos idóneos para luchar contra la intolerancia y las arbitrariedades de nuestro entorno más inmediato. No tengo ninguna duda que, como el año pasado, la selección cinematográfica de la Asociación por la Tolerancia será instructiva y al mismo tiempo nos hará disfrutar de momentos muy agradables.
1. La condición de ciudadano sólo se fundamenta en la ley
La condición de ciudadano no la otorga una determinada identidad cultural y lingüística sino la igualdad de derechos y deberes que garantiza nuestro Estado de Derecho. De acuerdo con ello, no puede exigirse a los ciudadanos en nombre de una supuesta identidad colectiva catalana, nada que no esté previamente establecido en las leyes y sea de acuerdo con la Constitución. Ello es de aplicación no sólo a todos los ciudadanos catalanes sino también, de forma muy especial, a los ciudadanos extranjeros residentes en Cataluña.
2. Las instituciones públicas catalanas deben respetar la pluralidad social, lingüística y cultural de los ciudadanos
El pluralismo es un principio básico de toda democracia que está seriamente limitado por las instituciones públicas de Cataluña. Esta limitación se manifiesta de forma especialmente grave en las administraciones y en los medios de comunicación públicos que, sin respetar el bilingüismo de la sociedad, han impuesto un modelo prácticamente monolingüe y sólo admiten una de las muy variadas expresiones de nuestra diversidad cultural. En consecuencia, tanto a las unas como a los otros, se les debe exigir que traten igual a todos, sin discriminar, como ahora ocurre, a sectores significativos de la sociedad catalana. Es incoherente exigir de las instituciones estatales el reconocimiento de la realidad pluricultural y plurilingüística de España y, a la vez, no admitir en Cataluña esa misma diversidad.
3. El debate electoral debe centrarse en las materias que afectan al bienestar de los ciudadanos
Como puede comprobarse por la escasa participación en las elecciones autonómicas catalanas, una parte importante de la sociedad no confía en la representatividad y eficacia de la Generalitat y no se identifica con ninguna de las opciones políticas representadas en el Parlament. La desmesurada atención política que se ha prestado y se presta a los temas identitarios y a las relaciones de Cataluña con el resto de España va en detrimento de la que corresponde a los problemas que realmente afectan a la vida diaria del ciudadano. Con ello se trata de evitar que el debate se centre en aquello que se quiere ocultar: la política regresiva y la mala gestión de las competencias de la Generalitat, muy especialmente en materias como la enseñanza, la protección social, la vivienda, la seguridad, la sanidad, el transporte y, en general, las que afectan al bienestar social de los ciudadanos.
4. Todos los partidos políticos deben ser objeto de igual
respeto
Son representantes de los ciudadanos de Cataluña tanto los pertenecientes
a partidos políticos de ámbito catalán como estatal.
Todo partido que respete en sus actuaciones las normas jurídicas
vigentes es plenamente legítimo por cuanto expresa los deseos y
aspiraciones de una fracción de la sociedad catalana. En consecuencia,
calificar a los partidos de ámbito estatal como no catalanes o sucursalistas
responde a criterios discriminatorios de orientación xenófoba,
incompatibles con los principios democráticos.
5. La Constitución y el Estatuto son condición indispensable de la necesaria estabilidad institucional
El Estatuto es la norma institucional básica de la autonomía
catalana y, obviamente, al igual que la Constitución, puede modificarse
cuando una mayoría cualificada de ciudadanos lo crea conveniente,
de acuerdo con los procedimientos previstos. En estos momentos, sin embargo,
los diversos proyectos de reforma del Estatuto no obedecen a necesidades
prioritarias de la sociedad catalana sino que son simples instrumentos
electoralistas que contribuyen a alimentar, una vez más, la permanente
frustración victimista consubstancial al nacionalismo identitario.
Mientras Convergència i Unió siga ocupando el Gobierno
y dirigiendo la Administración autonómica resultará
imposible desmantelar la tupida red clientelar de intereses tejida durante
estos 23 años y acabar con la confusión entre instituciones
políticas, partido en el Gobierno e ideología que ha practicado,
desde siempre, la coalición nacionalista. Para que algo empiece
a cambiar, es imprescindible que otros partidos gobiernen en la Generalitat.
Sin embargo, una mera sustitución de partidos y personas, siendo
una condición necesaria, no es suficiente para alcanzar las transformaciones
que se precisan.
En conclusión, dirigimos este manifiesto a las fuerzas políticas de Cataluña para que en esta campaña electoral definan abiertamente sus posiciones acerca de los aspectos señalados y abran un debate –público y en profundidad– sobre los mismos, en el convencimiento de que son ésas las materias que más preocupan a la mayoría de los ciudadanos.
Octubre de 2003
En nombre de la Asociación, Marita Rodríguez, presidenta
Además de los miembros de la Asociación, a este Manifiesto se adhieren inicialmente las personas que se relacionan, quedando abierto a posteriores adhesiones tanto individuales como de entidades:
Rafael Abella
Juan Alonso Villanueva
Manuel Artacho Gallardo
Jordi Bernal
Albert Boadella
Florentino Campoy Ruiz
José Castellano
Julián Delgado Aguado
Justo Domínguez
Arcadi Espada
Francesc de Carreras
Laura González Betlinski
Gabriel Jackson
Javier Nart
Olegario Ortega Lajusticia
Elia Olmo Torralba
Félix Ovejero Lucas
Benito Padilla Chicano
Félix Pérez Romera
Xavier Pericay
José Ribas González
Juan Antonio Rodríguez Tous
José María Royo
Jesús Royo Arpón
Ivan Tubau