Sabino Arana: su huella y la pervivencia del protonazismo |
Es sorprendente pero cierto. Empezamos el siglo XXI y aún
hay quien considera a un racista y precursor de las ideas más contradictorias
y opuestas a un sano humanismo como su referencia histórica. Aún
hay quien, quizás desorientado por la ignorancia o lo que puede
ser peor por la estupidez, permite que se coloque el nombre de Sabino Arana
en las calles, al mismo nivel que Ortega y Gasset, Severo Ochoa, Manuel
Machado, Azorín, Unamuno y otros. Tiene que ser ignorancia, pues
no cabe otra hipótesis, salvo que en su fuero interno acepte las
ideas nazis de las que Sabino Arana fue agorero.
Si hiciéramos la prueba de quitar las referencias geográficas
o etnográficas de los textos de Sabino Arana y preguntásemos
a cualquier ciudadano sobre quién pudiera ser el autor de las ideas
que pergeñó el diabólico personaje, cualquiera
afirmaría que pertenecen a Hitler. Si pusiéramos los textos
que escribió este nefando monstruo de la historia junto a los de
Sabino Arana, sin citar las fuentes, cualquiera llegaría a la conclusión
que han sido redactados por la misma pluma tal cual es su parecido.
Son infinidad los ejemplos, pero veamos alguno a título
de mera muestra:
«196.- Si a esta nación latina [España] la
viésemos despedazada por una conflagración intestina o una
guerra internacional, nosotros lo celebraríamos con fruición
y verdadero júbilo, así como pesaría sobre nosotros
como la mayor de las desdichas, como agobie y aflige al ánimo del
naufrago el no divisar en el horizonte ni costa ni embarcación,
el que España prosperara y se engrandeciera.» «
288.- En pueblos tan degenerados como el maketo y maketizado, resulta el
universal sufragio un verdadero crimen, un suicidio.»
(De su alma y su pluma)
Sabino Arana fue un racista y también un antiliberal furibundo.
No creía en las libertades y mucho menos en la democracia.
Se inventó una nación para impedir que España fuera
un país moderno, liberal y democrático. Sabino
Arana pretendía mantener los privilegios del Antiguo Régimen
mediante una sociedad de castas basada en la hidalguía universal
de los que exigían pruebas de pureza de sangre para acceder a los
privilegios de los jauntxos vizcaínos como verdaderos feudales rurales,
y someter al resto de la población. Sabino Arana estaba contra la
industrialización vizcaína pues ésta traía
modernidad y destrucción de las estructuras económicas tradicionales
basadas en la unidad de la testa o del caserío y en unas relaciones
jerarquizadas en función de la pertenencia a la etnia. Lo
triste de esto que visto así resulta tan arcaico y medieval es que
el PNV no ha renunciado en el fondo a ese ideario político, e incluso
lo trata de implantar de forma adaptada a los tiempos presentes.
Un enfoque de las cosas mínimamente civilizado y moderno
no puede más que repudiar este modelo de existencia basado en la
desigualdad y en la exclusión de todo lo que no tenga que ver con
la endogamia y lo retardatario. Una forma moderna de asistir a nuestras
realidades presentes no puede asistir impasible ante cosmovisiones totalitarias
y contrarias al progreso de la humanidad como las de Sabino Arana y quienes
preservan como oro en paño ese enfoque político, que se basa
en el dominio de unos segmentos de población sobre otros, y no en
unas relaciones libres.
Por ello resulta repugnante que aún se mantengan en nuestras
calles, por ejemplo en la misma Barcelona, ciudad cosmopolita y liberal
donde las haya, el nombre de un totalitario precursor de las ideas nazis.
Vaya mi desprecio a quienes permiten dicho desmán e insulto al progreso
de la humanidad.
Ernesto Ladrón de Guevara.