Informe sobre la degradación

22 - 01 - 2024 / SERGI DORIA - ABC

Las enfermeras catalanas han ido a la huelga: no sucedía desde hace veinte años. Porque hace muchas lunas que la enfermería está maltratada por gobiernos nacionalistas (sean de Junts o Esquerra). Como afirmó el diputado Eduard Pujol, con escalofriante e impune sinceridad, mejorar la sanidad pública y acabar con las listas de espera son anécdotas -«migajas», dijo él- frente a esa categoría política que es la independencia, panacea de todos los males.

Este Pujol es de Junts. enésima reencarnación de Convergencia. Los males de hogaño en la sanidad cata-lana provienen de los recortes de an-taño que firmó Artur Mas, aprendiz de brujo del proceso separatista- seis mil millones menos de gasto social; reducción de dos mil cuatrocientos profesionales y mil cien camas; la peor ratio de enfermería por paciente. Entre doce y catorce al día cuando la cifra no debe superar los nueve. Tras el bienio negro del Covid. las enfermeras ya no pueden con su alma. Los gobiernos nacionalistas andan más ocupados de la «construcción nacional» que de promocionar la enfermería en la cadena asistencial.

Mala sanidad y peor educación El separatismo que perpetró la más grave crisis política desde el 23F ha puesto a Cataluña en la cola de la educación nacional y a la cabeza del adoctrinamiento docente. Todo con la aquiescencia del ministerio de la mala educación socialista: aquella Celaá que aseguraba que los hijos no son de sus padres y hacía oídos sordos al veinticinco por ciento de castellano en las escuelas. Entre insultos y coacciones. una misión de europarlamentarios ha constatado que la integración forzada y monolingüe es una asimilación.

Ante los desastrosos datos del informe Pisa sobre la comprensión lectora de nuestros educandos y su alergia a las matemáticas, la Consejera de Esquerra culpó a la inmigración; luego rectificó y zurció su inepta autocomplacencia con parches que disimularan el fiasco de una pedagogía separatista que prima sobre la pedagogía a secas: la inmersión ahoga el saber, pero la consejera la seguirá imponiendo mientras califica de «demencial» la misión europea. La escuela catalana quiere ser más que una escuela y como el Barça pretende ser más que un club. Al final nos quedamos sin escuela y sin club.

En 2012 los optimistas aseguraban que la burguesía catalana nunca se echaría al monte si ello suponía mermar su pecunio. AI final la derecha convergente, asediada por la corrupción y la contestación a sus recortes sociales (Mas llegando al Parlament en helicóptero) activó la «revolución de las sonrisas», conocida como 'procés'. El pesimismo sobre la deriva del cacofónico «derecho a decidir» implicaba ser identificado con Casandra. La heroína mitológica ya le cayó encima a Agustí Calvet. Gaziel, en 1933. cuando vaticinó en 'La Vanguardia' que la República acabaría mal.

Quienes jalean a Sánchez por ser más chulo que un ocho y llaman «profetas del Apocalipsis» a sus antagonistas manifiestan el mismo talante (palabreja ZP) que los «optimistas antropológicos» (más ZP) que en 2012 quitaban importancia al nacionalismo rampante. Si alertabas sobre el incierto camino de Mas tras la negación de Rajoy a su pacto fiscal eras catastrofista.

Angel Ganivet lamentaba en 18 que en España se crearan cátedras de gimnasia a expensas del latín. «Pronto se crearán escuelas telefonistas a expensas de la Facultad de Filosofía”, rezaba. Tenemos un ministro de Cultura que desconoce el significado de «lustro» y una ministra de Educación -triste Alegría- que habla de soeces, queriendo decir “sandeces”. Es la “tierra firme” que Sánchez rotura con Junts y Esquerra: los que recortaron la sanidad y degradaron la enseñanza pública con la mala educación nacionalista. Y a esto le llaman “Gobierno de progreso”.