No es casualidad

22 - 09 - 2023 / CARLOS FERNÁNDEZ DE CASADEVANTE ROMANI - EL MUNDO (PREMIUM)

No es casualidad

La proyección en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián del documental No me llames Ternera es un reflejo del estado de las cosas en el País Vasco. Esto es, de las consecuencias de la ausencia de deslegitimación social del terrorismo de ETA. Los resultados electorales acaban de ponerlo de manifiesto, con el ascenso continuado del antaño brazo político de ETA. La atención que el Festival Internacional de Cine otorga a un dirigente cualificado de esa organización terrorista, que tiene sobre sí centenares de asesinados, miles de heridos, decenas de miles de vascos expulsados de su tierra y de su comunidad, secuestrados, extorsionados y desparecidos, revela la irrelevancia que esta trayectoria victimológica, y sus consecuencias sociales, tiene para sus organizadores. Por si lo anterior no fuera suficiente, la dirección del citado Festival también ha invitado al terrorista protagonista del documental, a un pase privado para verlo.

El estupor que provoca la ausencia total de empatía con las víctimas del terrorismo, y la banalización del terrorismo que las conductas antes descritas reflejan, adquiere proporciones mayúsculas si tenemos en cuenta que el sujeto en cuestión -protagonista e invitado por el Festival- tiene pendiente en España una causa por crímenes de lesa humanidad, motivo por el cual la Audiencia Nacional ha reclamado a Francia su entrega para ser juzgado. Se da así la circunstancia de que el invitado podría ser detenido.

La comisión de crímenes de lesa humanidad no es ninguna tontería. Es el caso de todos los mencionados en el párrafo anterior, tipificados como tal crimen en el art. 7 del Estatuto de la Corte Penal Internacional. Todos ellos cometidos, como señala el citado artículo, "como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque". Ataque planificado y dirigido por las diferentes cúpulas que dirigieron ETA durante su existencia. De entre todos sus integrantes, destaca por su trayectoria el protagonista del documental, aunque judicialmente, hasta ahora, le ha salido gratis.

A pesar de todo ello, la dirección del Festival Internacional de Cine ha optado por la proyección del documental y por invitar al sujeto.

Por desgracia, llueve sobre mojado porque la historia en el País Vasco se repite una y otra vez y siempre en la misma dirección, normalizando el terrorismo y a los terroristas. Entre otras muchas cosas, en el Festival han olvidado cómo corrían por la Parte Vieja, protegidos por la policía, los invitados a las cenas del Festival en el Museo San Telmo, mientras eran hostigados y agredidos por partidarios de la organización terrorista; también su pasividad (y la del público asistente) ante los familiares de los presos de ETA que invadían el escenario exhibiendo pancartas exigiendo su libertad. Todo ello, acompañado de la ausencia (también en la memoria) y de la invisibilidad (nunca tuvieron presencia) de las decenas de miles de víctimas de ETA -todas ellas inocentes- que fueron escogidas como tales por el ahora protagonista de ese documental, invitado por el Festival para verlo en privado. Junto a él, también, quienes compusieron las direcciones de la organización terrorista durante las muchas décadas de su existencia. Sólo en San Sebastián, cien asesinados, a los que hay que añadir las demás víctimas de ETA en esta ciudad (heridos, secuestrados, extorsionados, amenazados, expulsados).

¿Proyectaría la dirección del Festival un documental sobre cualquiera de las múltiples manadas de agresores sexuales o sobre violadores condenados? ¿Daría voz a sus protagonistas y les invitaría a un pase privado? La respuesta negativa a ambas preguntas no hace sino reforzar negativamente la relevancia del protagonismo otorgado al documental y al terrorista Ternera: el terrorismo de ETA reviste menor gravedad que tales conductas. O, desde otra perspectiva, el terrorista de ETA merece y recibe menor reprobación que el agresor sexual o el violador. Por eso se elige y se acepta la proyección del documental y se invita al terrorista a un pase privado.

Mientras tanto, como durante las décadas de terrorismo practicado por ETA, el sufrimiento de los inocentes, sus víctimas, continúa siendo irrelevante. Siempre hay un motivo que justifica su ignorancia o que prima sobre él.

Carlos Fernández de Casadevante Romani es catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos

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