El derecho de asociación es sagrado
El derecho a asociarnos libremente lo tenemos por principio, es nuestro, y no entra en el contrato social (nunca firmado) la renuncia al mismo. Los tardos y los progresistas, valga la redundancia, nunca han entendido este punto, persuadidos como están de que cuanto uno puede hacer es porque le dejan. Esta debilidad, esta desconexión de la libertad humana, problema de cobardía más estupidez, explica fenómenos que de otro modo quedarían en la sombra. El reverso de la moneda servil es el abuso de poder cuando se alcanza, la invencible tendencia hacia la corrupción, hacia el enriquecimiento y los privilegios personales, hacia la más obscena acumulación de fortunas en las cuentas corrientes de sus familiares, hacia la convicción de impunidad que define al líder de izquierdas. En mayor medida cuanto más idealizado
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