Togas bajo sospecha
Están revueltas las togas en el Tribunal Constitucional. También arrugadas. Incluso las hay con manchas imposibles de quitar. Sobre ellas se amontonan sospechas de parcialidad de sus miembros, hasta el punto de poner en tela de juicio toda la institución. Después de 44 años de existencia, hoy la sede del tribunal no se adorna con el sol radiante del optimismo, sino con las nubes grises del desengaño. A veces, lo doloroso y amargo del tiempo es la pérdida de esperanza.
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