Ya me avisaréis

09 - 01 - 2022 / JAVIER CERCAS - EL PAÍS SEMANAL

Ya me avisaréis

Hay que escuchar con atención a Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC. principal brazo civil de la insurrección secesionista contra la democracia del otoño de 2017. En respuesta a unas de­claraciones del ministro Bolaños, se­gún las cuales "el proceso soberanista está terminado". Paluzie reconoció que "una parte de la base independentista ha desconectado": esas personas siguen estando a favor de la secesión, afirma, "pero han desconectado de las noticias, del debate de presupues­tos. del último encontronazo entre Junts y ERC". En definitiva, concluye Paluzie. lo que vienen a decir esas bases es: cuando volvamos a hacerlo, "ya me avisaréis".

Bolaños lleva razón: el procés ha terminado: de he­cho. terminó en otoño de 2017. cuando se estrelló contra el muro del Estado de derecho sostenido por la UE. Pero también lleva razón Paluzie: en cuanto surja una nueva oportunidad y los secesionistas se pongan de acuerdo, sus partidos y organizaciones civiles volverán a avisar a su gente y volverán a intentarlo. No hace falta que la nueva oportunidad sea una crisis tan brutal como la de 2008. que fue el catalizador del proccs; basta con que se forme en Madrid un Gobierno del PP —no digamos del PP y Vox—. en cuyo caso los secesionistas volverían a contar con el apoyo tácito o explícito de esa parte de la izquierda que parece considerar que todo es le­gítimo con tal de echar de La Moncloa a la derecha, incluido arremeter contra las libertades de más de la mitad de los catalanes. Insisto: pueden volver a hacerlo. La razón es que cuentan con todos los instrumentos con que contaban en 2017. empezando por el poder político y el poder emocional: gracias al primero, hay centenares de miles de personas que, de manera directa o indirecta, dependen económicamen­te de ellos: gracias al segundo, quien no es secesionista es un traidor y un fascista o filofascista o parafascista o criptofascista. Además, poseen el control de los medios de comunicación en catalán, los únicos a los que hacen caso los secesionistas, entre otras razones porque son los únicos que hablan su lengua. Es verdad que en esta ocasión, antes de volver a llamar a rebato a los suyos ("ya me avisaréis"), los dirigentes secesionistas se lo pensa­rán dos veces, porque el artículo 155 se ha desprecintado y saben que. si vuelven a hacerlo, cualquier Gobierno democrático lo volverá a aplicar, solo que esta vez en serio, con lo que perderán la llave de la caja de caudales, que es la madre del cordero; pero no es menos verdad que en 2017 también se lo pensaron dos veces y que, al final, se impusieron el fanatismo y la irracionalidad. La pregunta es: ¿alguien está haciendo algo en serio para evitar un nuevo desaguisado? Mi respuesta: que yo sepa, no. Todos sabemos que la llamada mesa de diálogo no va a servir para nada, salvo para ganar tiempo: ningún Gobierno democrático del mundo puede aceptar las dos principales exigencias de los secesionistas —que son dos de sus principales trolas: la llamada amnistía y el llamado derecho de autodeterminación—; no digo que ganar tiempo no sirva para nada, y desde luego es preferible tener a esta gente sentada a una mesa que tenerla de pie en el monte. Pero, respecto al fondo de la cuestión, la pasividad es notoria. ¿Alguien les está expli­cando en serio a los secesionistas comunes y corrientes que lo que hicieron en 2017 fue antidemocrático, aunque se presentara como democrático, que sus dirigentes los engañaron, que su causa es injusta, insolidaria y reac­cionaria? ¿Alguien está trabajando para descolonizar el lenguaje, las instituciones, los medios de comunicación o las organizaciones civiles, ocupadas por el nacionalis­mo durante décadas, y para devolvérnoslos a todos los catalanes? ¿Hay algún plan para hacerlo? Si lo hay, no lo parece. Lo que parece es que. ahora mismo, todo el mundo está contento como está: los secesionistas, por­que siguen en el poder; la izquierda, porque necesita a los secesionistas para gobernar y no quiere molestar­los: y la derecha, porque el secesionismo es la dinamita electoral que puede abrirle las puertas de La Moncloa.

¿Todo el mundo está contento? Ustedes dirán.